En posts anteriores, ya mencionamos lo poco o nada que hemos cambiado con respecto a algunas festividades romanas comparándolas con las actuales. Pues bien, hoy les presentamos una fiesta un tanto peculiar: cómo celebraban en la antigüedad clásica, romana, nuestro actual 5 de enero día de Reyes.
Fiestas totalmente diferentes. Pues, si bien es cierto, nuestro actual día de Reyes ha pasado ya por el "tamiz" del Cristianismo; y, por el contrario, la festividad romana era eminentemente pagana basada en una serie de ritos y sacrificios a las antiguas deidades.
Os presentamos las Compitales romanas
Las Compitales (Compitalia) era un rito romano dedicado a honrar a los muertos de nuestros antepasados los romanos. Con el fin de invocar a los espíritus protectores, realizaban una serie de ofrendas a los Manes. Los Compitales o los Ludi Compitalicii eran una serie de festividades de índole pagano romano que se celebraban a lo largo de nuestras actuales fiestas de navidad, con una duración que discurre desde las Saturnalias del 17 de diciembre hasta el día 5 de enero. En éstas, se ofrecían todos sus honores a los lares compitales o divinidades protectoras.
De esta forma, en todas las casas romanas se veneraba a esta diosa llamada Mania, que era la diosa de la muerte y madre de estos Lares, Manes y otros espíritus del inframundo.
Se realizaban distintas ofrendas para protegerse de los espíritus maléficos
Pero, ¿en qué consistían estos ritos? Pues bien, durante estos días, nuestros antepasados romanos (esclavos y libertos, funcionarios designados entre las clases bajas, que pertenecían a una especie de asociaciones vecinales o vicus) se dedicaban a limpiar y embellecer los lararios (altares) de todo cruce de caminos, además de supervisar distintos servicios como el de contra incendios de cada barrio, e incluso elaborar un censo de control de habitantes, oficiar ceremonias de purificación y ofrendas de flores a estos altares.
Más aún, en estos altares se ofrecían todo tipo de objetos como flores, incienso, dulces de miel, etc. Además, los capataces del campo ofrecían a estas divinidades otros objetos como amapolas y cabezas de ajo.
Estos funcionarios, que eran asistidos por un par de esclavos, durante estas festividades tenían el honor de vestir la toga praetexta.
Esto es, la toga con ribetes de púrpura y que de diario estaba destinada únicamente a magistrados o aquellos jóvenes prometedores que no habían alcanzado la edad adulta y estaban socialmente considerados como ciudadanos prometedores para su comunidad y pueblo.
Unas festividades que, además de ser una serie de ofrendas de protección contra todo mal espíritu para el resto del año, les servía a las autoridades para controlar al pueblo romano. Pues obligaban colgar en las puertas de las casas una muñeca si era ciudadano romano y una pelota si era esclavo, ambos eran de lana. Y esto les servía de ayuda para tener controlado el censo de la población romana.
Así nos lo cuentan las fuentes históricas
Macrobio, escritor del siglo IV a.C.
en Saturnalia I, VII, 34, nos relata que bajo el poder de Tarquinio el Soberbio, se ofrecían sacrificios humanos de niños a la diosa Mania. Más tarde, el cónsul de la república romana, Lucio Junio Bruto ordenó que se ofrecieran a esta divinidad esas cabezas de ajo y amapolas que anteriormente he mencionado.
La noche anterior (esto es, la del 4 al 5 de enero), el pater familias colgaba tantas pelotas de lana (pilae, v. Festo Lexicon XIV) y muñecas (maniae et effigies, v. Festo, Lexicon XI), también de lana. Con ello, las fuentes históricas nos cuentan que estos objetos se colocaban en las puertas de las casas para que esta divinidad de la muerte (Mania) se contentara con éstos y respetara las vidas que se encontraban dentro de las casas.
El emperador romano que impulsó estas festividades no fue otro que Augusto (siglo I d.C.). Caesar Augusto clasificó la ciudad de Roma en 14 distritos y éstos a su vez en otros tantos barrios o vici (concretamente 265). En cada barrio se levantó un altar, nombrándose una divinidad protectora del mismo y junto a los cuales se incluyó una imagen del mismo Augusto vestido con toga y realizando un sacrificio. Con esta acción, reforzaba el culto a su persona. El estudio de la Historia antigua es apasionante. No hay nada mejor que estudiar el pasado para construir un futuro mucho más próspero y mejor.