Pues sí, no hemos cambiado tanto. Hace más de dos mil años seguían celebrando estas fiestas de navidad de una manera muy similar a como la celebramos en la actualidad. Solo que los romanos llamaban a estas fiestas Saturnales.

Saturnales o Saturnalia, porque estaban dedicadas a este dios, a Saturno. Por ello, en estas fiestas, el dorado era el color que engalanaba todas las casas y comercios romanos.

El dorado era el new black

La Saturnalia resultó la fiesta más popular para los romanos. Ya nos lo dejó por escrito Cátulo, poeta latino nacido en el año 87 a.C, quien describió este día como uno de los mejores días del calendario romano.

Por el contrario, Séneca lo criticaba porque eran días en que se dejaba llevar todo a virtud de los placeres. Véase algunos de estos excesos romanos, en el rumor sobre Heliogábalo o del mismo Nerón. Aunque son rumores de la época. Pero, lo dicho, no hemos cambiado tanto.

Se trataba de una fiesta para disfrutar de la compañía de los seres queridos, visitar a amigos y a familiares, comer y beber en demasía. Las costumbres del resto del año se relajaban y se cambiaban los roles. E incluso se hacían regalos, a modo de nuestro actual "regalo de amigo invisible". Los romanos ya inventaron nuestras fiestas actuales, como podemos comprobar.

Somos el fiel reflejo de nuestros ascendientes romanos

El 31 de diciembre era para ellos la víspera de las Strenias.

Este nombre fue dado por la diosa Strenias, diosa que presidía el primer día del año del calendario romano (nuestro calendario).

Una diosa caracterizada también porque presidía la tradición de realizar regalos este primer día del año. Estos regalos se denominaban strenias o albricias. Esta costumbre de regalar presentes o regalos, se popularizando en la antigua Roma, derivándose de Strenia a Strena (nuestro significado actual de estrenar), hasta nuestra actual concepción de aguinaldo.

La costumbre de regalar viene de los romanos

Al comienzo de esta festividad, se regalaban obsequios y presentes de lo más simbólico, tales como ramitas de diversos árboles del bosque sagrado dedicado a esta diosa, que destacaban por su fragancia. Luego se pasó a regalar pequeños frascos de miel, monedas, e incluso frutas desecadas y vino.

E incluso, cuenta la leyenda que, por estas fechas, el emperador Octavio Augusto regaló algunas monedas de oro entre las gentes de su pueblo.

Sin duda alguna, podemos decir abiertamente que estos días para los romanos eran una auténtica fiesta celebrada por todo lo alto, con fuegos y con gran júbilo y bullicio. Hacían ofrendas y sacrificios (en honor a la diosa Strenia, o "diosa del Estreno") y se preparaban para recibir el nuevo calendario y el nuevo ciclo solar. Y es que, en nada o casi nada hemos cambiado de nuestros antepasados romanos.