El cantante granadino le va cogiendo el gusto a eso de controlar su carrera y emprender proyectos arriesgados. Sus idas y venidas del extranjero le proporcionan una visión del directo que empieza a tomar forma, y en la gira que realiza por todo el país, la primera que un artista español realiza, se ve que viene con la lección aprendida de avanzar unos pasos, en el panorama de la Música española.
Ruequenrol
Un claro ejemplo se vislumbra en su disco en directo, Conciertos del Rock y amor (Hispavox, 1972) en el que se recogen los conciertos que ofreció en la monumental de Madrid, con sesiones dobles de tarde y noche, y a precios de 50 a 125 pesetas.
En el disco se puede apreciar como cuida el sonido de la banda en directo y sobre todo podemos empezar a ver ya al Miguel Ríos que hoy conocemos, haciéndose dueño del escenario y siendo sobre él, más que una voz. En el Medley con el que se inicia el disco, realiza un recorrido por el “Ruequenrol” que marcó a toda una época. Canciones cantadas anteriormente por Elvis Presley, Little Richard o Wilson Picket son ahora revitalizadas por el granadino. Destacable en este popurrí es Popotipos, la versión del Summertime Blues de Eddie Cochran pero interpretada al estilo de The Who.
De la segunda cara, destaca sobre la enorme versión de la canción de Serrat Cantares, que fue single, y también destacaría el tema con el que cierra el disco, Vuelvo a Granada.
El Rock de la Cárcel
Hay algo que llama la atención en la faceta comunicativa que desarrolla en este disco y es la “pelea” con ese público que no colabora, ese mismo que paga la entrada más cara y que no da palmas y qué simboliza un viejo régimen que si bien por esos días estaba ya en declive, aún seguía vivo. La rebeldía con la que el cantante se expone daría que hablar poco después.
Merced a un chivatazo, en mayo del 72 era detenido acusado de fumar marihuana. Tras estar tres días encerrado, muerto de miedo, cayó en la delación diciendo los nombres de tres personas a los que, si bien pudo avisar a tiempo, lo dejó destrozado como persona durante mucho tiempo, algo que llevaría en sus carnes como un estigma y que con humildad hablaría de ello, sin tapujos años más tarde en su autobiografía, Cosas que siempre quise contarte (Planeta, 2013).
El final de una etapa
Tras el mes que estuvo en la cárcel, siguió con su vida tratando de superar el trance vivido. Sus ideales no cambiaron y no dejó por ello, el hippie que llevaba dentro ni el idealista que soñaba con una sociedad más humana. Adquiere una autocaravana y durante un tiempo viaja acompañado de su compañera Margaret Watty (su discreción con su vida privada siempre ha sido encomiable).
Esas experiencias un tanto alejadas de lo común y tradicional se notan en su siguiente disco, Memorias de un ser humano (Hispavox, 1974). Lo precedió un single no incluido en el disco, Canción para un nuevo mundo, en el que se quería seguir la estela de Himno de la alegría, pero que al igual que el disco no tuvo mucho éxito.
El LP resume muy bien al artista de por entonces, en su visión del mundo tal y como él quisiera que fuera, rock, paz y amor al 100%. La naturaleza y la vida en comunión con ella está muy presente en estas canciones. Es el Miguel Ríos hippie que soñaba con una sociedad mejor y se puede ver en Vivirás tanto o Desde mi ventana.
Por si necesitas es otra muestra clara, no solo de la calidad de este disco, sino de sus intenciones. Sweet California evidencian sus influencias americanas, y cerrando el álbum, la canción que da título al disco, Memorias de un ser humano en el que una vez finalizada, se oyen sus pasos alejarse y dando un portazo que evidencia el final de su trayectoria con la discográfica Hispavox.
Se inicia una etapa nueva en la que mantendrá sus mismas ideas, pero plasmadas con nuevos sonidos y tendencias que irán surgiendo en el panorama musical.