El sábado 4 de noviembre me decidí a visitar la nueva exposición temporal del MAN, atraída por la temática de la misma, que considero novedosa en comparación con las exposiciones anteriormente realizadas por la Institución. Iba con altas expectativas, y debo decir que no me defraudó.

¿Qué nos cuenta?

El discurso museístico es simple: pretende que el visitante salga con una idea general de la historia de esta disciplina en territorio español, desde sus inicios -haciendo en el pasillo de entrada un apunte sobre la figura del anticuario que, a fin de cuentas, fue el precursor de la posterior figura del arqueólogo- hasta la arqueología de la actualidad.

Teniendo en cuenta que se cuentan 150 años en un espacio relativamente pequeño, el esfuerzo por depurar la información y dar los datos más relevantes es una ardua tarea, pero que se ha conseguido con creces. Debo añadir que la entrada no es prometedora, pues es un pasillo estrecho, algo oscuro, y no invita al entusiasmo, pero nada más superarlo te sorprende una sala que, mires a donde mires, hay piezas reseñables en la historia de España.

La exposición tiene, a mi parecer, dos discursos que se van combinando a lo largo del viaje por la historia: el principal, mostrar el desarrollo de la arqueología española; y el segundo, una muestra de piezas que refuerzan el nivel narrativo pero que aportan un matiz nuevo, una serie de objetos que fueron en algunos casos determinantes a la hora de entender el devenir de los pueblos que habitaron las tierras íberas.

Este segundo aspecto quizá es un poco confuso para el visitante profano en estos temas, ya que no te lo señalan -eso lo he sacado yo por los conocimientos que poseo sobre el tema-. Es comprensible, puesto que una exposición debe "discriminar" información, no se debe saturar al espectador, por lo que es un mal menor en mi Opinión general sobre la exposición.

Opinión personal

Es lógico que la Dama de Elche no aparezca, puesto que se encuentra expuesta unos pisos más arriba, pero se tienen piezas igual de relevantes como una dama del Cerro de los Santos, el Efebo de Antequera, el báculo de Numancia, la corona del rey Recesvinto, el tesoro de Carambolo, la mención de los tartésicos, etc.

El esfuerzo por reunir esos objetos ha debido de ser grandioso, poder verlos todos juntos en un mismo espacio es todo un privilegio que no se debe dejar pasar -tanto te guste el tema como seas ajeno al mismo-.

Otra idea que han sabido transmitir, y que ahora empieza a asomarse de forma tímida en los museos, es la finalidad didáctica, de divulgación, que tiene la arqueología -y en última instancia el museo, guardián y expositor de los objetos encontrados en el yacimiento-. Es importante remarcar esto, puesto que muchas veces la gente no entiende la arqueología como una disciplina que sirve para el bien de la sociedad, no tiene sentido si lo hallado no lo puede disfrutar la sociedad para, así, conocer más de su pasado.

Me alegro que los diseñadores de la exposición hayan pensado en ese punto y lo hayan remarcado.

Algunos puntos de vista a tener en cuenta, en relación con la iluminación, son positivos en comparación con otras exposiciones que he visitado; el color de las letras y el fondo de las cartelas es el correcto, no causa dolor leer lo que te están contando; los focos de las piezas se encuentran en el lugar idóneo, aunque siempre echo en falta alguna lupa para piezas con relieves o grabados diminutos -sobre todo porque ni siquiera te ponen una réplica del dibujo que hay sobre la superficie del objeto-. Lo que falta y estaría bien que lo arreglaran, es la inexistencia de bancos para hacer un pequeño descanso, no tanto por mí, sino por las personas mayores que deseen visitar la exposición.

Es cierto que el espacio es reducido, pero lo veo necesario; por otro lado, celebro que no haya necesidad de audioguías, pues todas las piezas tenían su pequeña explicación al lado. Para alguien que ya sabe del tema será pobre en contenido, pero hay que tener en cuenta que está diseñada para el público en general y no para los especialistas en particular.

Si aún no habéis ido a verla, ¡no os la podéis perder! Tenéis de plazo hasta el 1 de abril del 2018 para acercaros.