Esta semana el Museo Guggenheim de Nueva York ha inaugurado la exposición “Arte y China después de 1989: Teatro del mundo”. La exposición pretende dar una visión del arte en China después de 1989, a través del trabajo de 71 artistas y grupos. Se trata en general de obras provocadoras que buscan abogar por una identidad individual que defina la experiencia China como algo global.

Se centra en dos fechas claves para este país, 1989 con las protestas en la plaza de Tiananmén y los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008.

Presiones de animalistas para retirar tres obras

Sin embargo, días antes de la inauguración, el museo Guggenheim tuvo que ceder a las presiones de los grupos animalistas y ecologistas y publicar una nota de prensa en la que comunicaba que retiraba de la muestra tres de las instalaciones que estaban previstas: “El Guggenheim lamenta que las violentas amenazas explícitas y repetidas hayan provocado que tomemos esta decisión”, y argumentaba que las mismas obras ya habían sido expuestas en otras partes del mundo

Las tres obras eliminadas

El subtítulo de la exposición, “Teatro del Mundo”, responde al título de una de las instalaciones del artista Huang Yong Ping (1954, Xiamen, China) que ha establecido su sede en París.

Se trata de una estructura octogonal de madera y metal con lámparas de calentamiento, donde conviven insectos (escorpiones, escarabajos, ciempiés, arañas, grillos, cucarachas, insectos palo), lagartos, sapos y serpientes luchando por su supervivencia. La intención del artista es lograr una metáfora de lo que suponen la globalización y la competencia.

Los perros que no pueden tocarse unos a otros” (2003), de Sun Yuan y Peng Yu es otra de las obras retiradas. Se trataba de ocho perros colocados de manera que se podían ver entre ellos, sujetados con arneses a cintas de correr, los animales eran azuzados hasta la extenuación, para que intentasen pelearse.

Un caso de estudio de transferencia” (1994), de Xu Bing, es el tercero de los trabajos, que pretendía mostrar la cópula de dos cerdos.

El artista pretendía mostrar animales vivos en el museo que decidió decantarse por pedirle una filmación.

Protestas pidiendo la eliminación de las tres obras

600.000 personas firmaron la petición elevada al Guggenheim por parte de grupos de activistas en contra de la violencia animal a través de Change.org. Declaraciones en diversos medios, cartas abiertas protestando y la adhesión de famosos como el cantante Richard Marx y el cómico Ricky Gervais terminaron haciendo ceder a los responsables del Guggenheim.

Mantienen que poner en peligro el bienestar de los animales no tiene que ver con el arte y que las peleas de perros son algo inaceptable.

Los límites del arte

Lo cierto es que el tema nos hace adentrarnos en una cuestión difícil de resolver, que tiene un origen realmente lejano y en la que difícilmente encontraremos un consenso ¿dónde están los límites del arte? No existe una definición unívoca y delimitada de qué se considera y qué no arte. “El arte es el medidor de lo inexpresable” decía Goethe.

En su discurso al recibir el Premio Nacional de Cinematografía, en el pasado Festival de San Sebastián, Antonio Banderas decía con respecto al cine algo extensible al resto de las artes “el universo cinematográfico es subjetivo, esa es una de sus grandezas y de sus miserias. Lo que a mí me toca el corazón a otros les toca el órgano de la anatomía menos noble.

Siempre ha sido así en la historia del arte

Sin embargo, en el momento en el que un artista utiliza en sus obras recursos naturales o incluso seres vivos como materia, entran en juego otros factores que afectan a la sociedad y la convivencia humanas como son la moralidad y la ética.

El sufrimiento innecesario de seres vivos debería ser, en mi opinión, uno de esos límites infranqueables…salvo quizás que a alguien se le ocurriera subir a una cinta de ejercicio a líderes mundiales como Donald Trump y Kim Jong Un, o quizás a Rajoy y Puigdemont y enfrentarlos hasta obligarles a llegar a un acuerdo.