Fernando González Sitges es un zoólogo y documentalista al que le apasiona dibujar. Cuenta que lleva 20 años dedicado a concienciar a la gente de la “necesidad espiritual de conservar lo Salvaje”. Lo hace a través de documentales (lleva realizados más de 180) que se emiten en prestigiosas cadenas como National Geographic, Arte, Discovery Channel, etc. y también a través de sus Libros de diarios de viaje y artículos.
Precisamente en su artículo de este fin de semana para la revista XLSemanal se preguntaba “¿Dónde mueren los pájaros?”. Contaba que las ciudades están plagadas de aves, palomas, gorriones, urracas…seres que se han adaptado a las “ventajas” que les ofrece la vida urbana…sin embargo casi nunca vemos sus cadáveres.
La conclusión de Fernando es sencilla y preocupante a la par, no es que las aves sean eternas o que se alejen para morir…”Los pájaros no mueren lejos de nuestra mirada, pero sí de donde solemos mirar” dice.
La mirada selectiva
Como humanos tenemos la capacidad de mantener una mirada selectiva y así evitamos mirar la esquina donde se encuentra una paloma muerta, o el seto que aloja el cadáver de una urraca. Además existe toda una fauna urbana, desde ratas a gatos, pasando por insectos que hacen el trabajo sucio de desaparecer los desagradables cadáveres. Pero no solo evitamos ver los cadáveres, sino en muchos casos a las aves en sí.
Un zoólogo al que le gusta dibujar, y lo hace muy bien por cierto, tiene que tener desarrollada la capacidad de observación.
Una capacidad que el resto de los mortales cada vez vemos más reducida, gracias a nuestro nivel de estrés y la atención cuasi constante que nos requiere nuestro teléfono móvil.
Paradójicamente cada vez crece más un tipo de turismo dedicado a la observación de la naturaleza, el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, en Alicante es un humedal que cada año ve incrementado el número de visitantes que acuden a observar la variedad de aves que allí habitan.
La mirada científica
Numerosos estudios científicos nos sorprenden, informándonos sobre la elevada inteligencia de las aves. Seguramente muchos habréis escuchado hablar de los cuervos que en Japón, han aprendido a utilizar el ritmo de los semáforos, de manera que tiran una nuez sobre un paso de cebra cuando el semáforo está rojo para los coches, esperan a que se ponga verde y las ruedas de los coches abren la nuez y en la siguiente ronda se la comen.
No solo los cuervos, casi todas las aves aprenden, especialmente aquellas que tienen una infancia más larga y una vida social más intensa. Además, muchas también cuentan con un curioso sentido del humor. Emparentadas con los dinosaurios, encontrar un ancestro común entre las aves y el hombre nos remontaría a unos 310 millones de años. Quizás por esa lejanía, y a la vez por su inteligencia nos sorprenden y fascinan a poco que nos molestemos en observarlas.
La mirada artística
Y esto no es algo nuevo, una de las esculturas más antiguas que se conocen, de hace aproximadamente 30.000 años, fue hallada en Hohle Fels, Alemania, mide aproximadamente 5 centímetros y representa a un ave acuática. Es sorprendente como, las aves pueden moverse entre los distintos elementos, surcan los cielos, algunas nadan y también caminan.
El andar de las aves es curioso, ya que son bípedas lo que les da un cierto aire humano, pero a la vez carecen de brazos con lo cual se balancean de un modo que nos suele resultar gracioso.
“La esperanza es una cosa con alas” decía la poetisa Emily Dickinson, los humanos hemos equiparado siempre a la capacidad de volar (antes de desarrollar los aviones, sólo podíamos hacerlo con la imaginación) con la libertad. Las aves son un símbolo de libertad y de visión espiritual. Es el motivo por el que los jefes indios y los grandes chamanes se adornaban con plumas.
Las aves han inspirado el arte en todos los tiempos, como símbolo se asocian con la libertad y la pureza y lo hacen en prácticamente todas las culturas.
También se asocian al misterio y a la oscuridad. Porque la vida siempre es dual. En el Antiguo Egipto, Ba era el ave del Alma, la parte de la persona que sobrevivía tras la muerte. Quetzalcóatl es la serpiente emplumada en las culturas Mesoamericanas.
Mercurio, era un dios alado para los griegos. La paloma representa al Espíritu Santo para los cristianos, pero antes fue también símbolo de las diosas de la fertilidad Isthar en Babilonia, Atargaes en Fenicia o la Afrodita griega. Hugin y Munin son los dos cuervos del Odín nórdico y representan el pensamiento y la memoria. En tanto que en el proceso alquímico la Nigredo, representada por una bandada de cuervos negros es la fase de depresión más profunda, tras la que viene la muerte y el renacimiento.
Cuenta una anécdota que Leonardo Da Vinci cuando paseaba por el mercado compraba las aves que encontraba por el mero placer de ponerlas en libertad, la capacidad de volar le resultaba fascinante. El Bosco a lo largo de toda su obra, (y puede apreciarse especialmente en el cuadro El Jardín de las Delicias) representa con increíble exactitud multitud de especies de aves. Los pájaros de Hitchcok son una de las obras maestras del Séptimo arte.
Una mirada global
Podríamos seguir, pero es mejor que levantemos los ojos y observemos a estos maravillosos seres que nos ayudarán a comprendernos mejor a nosotros mismos, entendamos que nuestro espíritu aún precisa de lo salvaje, como dice Fernando González Sitges.