Reconstruir sobre los sueños y destruir lo figurativo; el surrealismo y la abstracción supusieron sendos movimientos que marcaron sendas épocas, pre y post segunda guerra mundial. Las evoluciones de las distintas variables y posteriormente la culminación final en un movimiento conceptual, llevaron a aglutinar cualquier definición de las corrientes del Arte en expresiones, bajo cualquier formato y material, libres y el arte en un espacio de creación sin delimitarlo tanto en periodos temporales o corrientes artísticas.

El sentimiento surrealista siempre será actual, es una constante, un elemento afín a la propia condición humana, un grito de ruptura de la opresión diaria de la realidad.

En un principio, el movimiento se ubicó en lo figurativo. Si pensamos en Dalí o Maggritte, incluso en sus más profundas raíces, con las influencias de un proto-surrealismo en el Bosco, Acimboldo o Goya, del arte contra la realidad, utilizando los resortes de los sueños, los miedos, los mitos religiosos, las fantasías, el sexo... el subconsciente. Fuentes de inspiración inagotables que hoy en día están detrás de la producción conceptual de cualquier proyecto artístico plástico.

Replantear el arte desde un nuevo movimiento neosurrealista o de abstracción surreal, colocaría a la obra de Paco Rojas (Toledo, 1942) miembro del desaparecido grupo artístico Tolmo, en una de las carreras artistas contemporáneos españoles que mejor continuaría una evolución de estos movimientos.

El surrealismo por tanto no figurativo (o abstracto), que ya lo llevaron a cabo artistas como Tanguy, Marx Ernst o André Mason. Estos desde el surrealismo oficial, otros como Miro o Klee desde otras expresiones más figurativas. El juego y la paradoja, y directamente la provocación de esos padres del movimiento surreal no figurativo, abrían la puerta a la abstracción, esta ya post segunda guerra mundial.

La abstracción plástica dejaba un poso de existencialismo voraz y oscuro. Se acabo el tiempo de las vanguardias, de una cierta idea positiva del futuro, para adentrarnos en la muerte de lo humano en Auschwitz. El volver a jugar, o el humor dentro del arte se vería abocado a un sueño, no tanto eterno. Serían los 60 y 70, los años donde ese intento por la ironía y provocación volverían a resucitar, eso sí....

siempre críticos contra lo social . El conceptualismo, o la crítica del arte sobre los modos de vida, el consumo y la globalización, expresado con un sinfín de recursos plásticos o tecnológicos, cualquier cosa es una herramienta de artística –ya quedó lejos aquel retrete en la pared- nos ubicaba en el hoy del arte.

Lo cierto es que era difícil colocar el neosurealismo fuera de una abstracción más, es por ello que la definición de abstracción surrealista, más ubicada temporalmente como un compendio de ambas corrientes, han supuesto un calificativo envolvente para ubicarnos, o identificar a un tipo peculiar de arte. Habría que buscar aspectos en los detalles que suelen ser elementos abstractos corpóreos, entornos (situaciones, paisajes...), espacios donde la libertad de lo surreal y la expresión abstracta se pudieran ver de alguna manera, identificadas para poder calificar una obra como abstracción surreal.

La obra de Paco Rojas (tanto pintura como escultura) es un ejemplo bastante explicito de ese camino entre la abstracción y la proyección figurativa última del surrealismo, un juego ecléctico donde todo tiene cabida, incluso lo narrativo (en una búsqueda de sentido en la profundidad de los miedos) en el propio lienzo. Las oquedades en la superficie del cuadro, y los personajes y formas que surgen del juego de manos y muñecos (dummies), dan a la obra un sentido, no evidente, pero sí guía del juego conceptual que propone el artista toledano. Hablamos de formas, algunas de ellas amorfas en el plano, que sirven como puertas o ventanas donde entrar y explorar con la imaginación o con la meditación.