Sin haber cumplido 5 años todavía, Lina Medina, una niña peruana de la región de Atacancha, le estaba creciendo tanto el vientre que su madre la llevó ante los "chamanes" los que creyeron que se debía a una "maldición de Ipu" (supuesto espíritu inca) sometiéndola a rigurosos ritos de los que desistieron al comprobar que el vientre continuaba creciendo.
Decidieron llevarla a la ciudad de Pisco a la que solo podían llegar caminando unos 70 kilómetros. Llegaron a la consulta del Dr. Gerardo Lozada quien a primera vista diagnosticó un gran tumor pero luego de auscultarla bien, anunció el insólito caso del embarazo más precoz de la historia.
Llamó a la policía y encarcelaron al padre de Lina como principal sospechoso aunque fue liberado días después por falta de elementos comprometedores. Las sospechas recayeron entonces en uno de los ocho hermanos que padecía retraso mental y rodeado de mutismo se cerró el caso.
El día 19 de mayo de 1939 Lina Medina Vázquez se convertiría en la madre más joven de la historia al traer al mundo a su primer hijo a la corta edad de 5 años, 7 meses y 21 días. En plena II Guerra Mundial los cables interrumpían la información sobre las batallas y acuerdos militares para informar del parto de la niña que referían como "El Milagro de los Andes" mientras que los habitantes de Atacancha afirmaban que era el hijo del dios Sol.
La Academia Americana de Obstetricia y Ginecología certificó una pubertad precoz que le provocó menstruar a los 2 años y 8 meses calificando los hechos en su conjunto como un "fatal accidente estadístico" al ser violada justamente en el período de ovulación. Un empresario norteamericano le ofreció a la familia un salario semanal de mil dólares por exhibir a madre e hijo como atracción en la Feria Mundial de New York, pero el entonces presidente peruano Oscar R.
Benavides se opuso drásticamente y dictó de una ley adjudicándose la custodia de ambos con el alegato de que corrían "peligro moral" con el compromiso de pagarles una pensión vitalicia, que nunca cumplió. La ficha clínica pasó a ser un documento secreto y el caso vetado por motivos religiosos, morales y políticos obstruyendo así investigaciones de gran valor científico.
Durante 10 años Lina y su hijo fueron criados como hermanos pero tras una década de engaño le confesaron la verdad al niño. Gerardo (que llevó el nombre del doctor) nació con peso y talla adecuados, fue un niño sano pero en la adultez adquirió una enfermedad ósea y falleció a los 40 años. Mucho tiempo después mientras el reconocido ginecólogo José Sandoval preparaba una conferencia descubrió y desempolvó el caso escribiendo un libro que presentó en el Palacio de Justicia de Perú para solicitar que fuera saldada la deuda del gobierno con la humilde familia y luego de una intensa batalla legal el 2 de septiembre de 2002 la prensa emitía un comunicado del gobierno peruano que concluía: "Aún estamos a tiempo de reparar el daño que el Estado le causó por la letra muerta de una ley de 1939 que la condenó a la miseria" y fue entonces que Lina comenzó a recibir una pensión.
Actualmente reside en la Pequeña Chicago, un suburbio de Perú, junto a su esposo y otro hijo que tuvo a los 33 años. Todas las circunstancias que envolvieron su infancia más el acoso de los periodistas hicieron de Lina una mujer introvertida que optó por una vida de ostracismo lo que alienta que en Atacancha la veneren como a la madre del hijo del dios Sol.