El nombre de China Miéville no es muy conocido para el público en general, sin embargo, ha conseguido cambiar los esquemas de la Literatura de ciencia ficción, creando mundos distópicos tan complejos que pueden equipararse a la Tierra Media de Tolkien, pero eso sí incluyendo unas realidades sociales y políticas que lo aproximan también a la obra de Dickens.

Miéville nació en Norwich, Inglaterra, en 1972, hijo de una profesora que se separó cuando él nació, su padre murió cuando él contaba 19 años. Inició su activismo político y social ya mientras estudiaba Antropología en Cambridge, posteriormente sacó un Master en Derecho Internacional en la London School of Economics y se doctoró en Filosofía y Derecho.

A China Miéville, lo adscriben a un movimiento literario nuevo llamado “New Weird” que aborda una transformación del género de la literatura fantástica. Él mantiene que al crear mundos fantásticos se puede a la vez estar dando los pasos necesarios para emprender una denuncia social y fomentar el debate político, tan necesario en estos tiempos que vivimos. Ante la pregunta de si avanzamos hacia un mundo distópico, mantiene que fenómenos como el Brexit o el ascenso de Trump solo evidencian los resultados de las transformaciones que hemos ido sufriendo a lo largo de las últimas décadas y que la única manera de luchar contra esto es implicarse.

Coherente, en el año 2001, se presentó a las elecciones británicas con la Alianza Socialista, una rama de la izquierda radical.

Miéville mantiene que en su caso “los monstruos de la Política y de la literatura surgen del mismo lugar”. Bas Lag es el nombre del universo alternativo que se desarrolla en el subsuelo de Londres y cuya historia desarrolla en una trilogía, compuesta por “La estación de la Calle Perdido” (2000), “La Cicatriz” (2002) y “El Consejo de Hierro” (2004).

Ahora acaba de presentar una novela corta,Los Últimos Días de Nueva París”, en la que nos narra una historia alternativa, en la que en 1950, aún continúa la Segunda Guerra Mundial y Thibaut, el protagonista de su novela se une a los “Main à Plume”, un grupo de artistas surrealistas que en la historia real lucharon también contra los nazis. En la novela, las obras de arte han cobrado vida y deben luchar contra las visiones pictóricas del propio Hitler.