Los Libros preservan entre sus páginas un sinfín de historias que luego nos permiten interactuar con tiempos remotos y lugares lejanos. Por eso la idea de Telmo Faria, un emprendedor portugués residente en Obidos, no pudo ser mejor al concebir el proyecto del "The Literary Man Hotel", el mayor hotel literario del mundo.
Obidos es un antiguo y amurallado pueblo de Portugal que se atrevió a convertir establecimientos públicos en bibliotecas lo que llamó la atención de la UNESCO que la distinguió como "Ciudad Literaria" el 11 de diciembre del 2014.
Una de las razones para este nombramiento fue este convento del siglo XIX inteligentemente transformado en un hotel que sirve de pretexto para acercar a los huéspedes a más de 22 mil ejemplares sin distinción de géneros, desde un cuento infantil hasta la llamada "literatura negra".
Telmo Faria tiene muchas razones para ser optimista al afirmar que espera llegar a los 100 mil volúmenes en el plazo de un año gracias a las negociaciones con editoriales, pero esencialmente a un dinámico intercambio con los visitantes, quienes sienten impulsados formar parte anónima de este gran proyecto y suelen donar sus libros como recuerdo.
Los ejemplares están dispuestos en los corredores, las habitaciones y por supuesto en el bar.
Pero no todo el mundo va a leer exclusivamente, hay otros que lo eligen para escribir desde un entorno novedoso e inspirador, encontrando la quietud imprescindible para los que leen o escriben. La función del hotel no está predeterminada de manera estricta, sino que se va enriqueciendo con las sugerencias de quienes lo visitan, por ejemplo: resultó ser un lugar idóneo para sesiones de biblioterapia.
Así que no es un escondite reservado para soñadores como algunos pudieran pensar. Una pareja de universitarios nos ayuda a entender: "Es una opción que se aprecia porque consultamos libros que no podemos comprar y por menos precio obtenemos información más confiable que en Internet, la pasamos juntos despreocupados de los quehaceres en esta época de exámenes".
También es buena opción para mitigar el aburrimiento de largas esperas en viajes de trabajo. Según Telmo, el proyecto es una "idea viva" que renace cada día o se reiventa, por eso su optimismo está bien justificado. El hotel "The Literary Man" tiene el privilegio de poder ser muy creativo. El bar puede ofrecer la carta dentro de un sobre cerrado aludiendo a "El Cartero" de Neruda o imitando la caligrafía de Robert Louis Stevenson cuando escribió en el siglo XIX: "El vino es poesía embotellada".
Su restaurante ofrece cartas regionales autóctonas y tradicionales de Portugal, pero se permite incluir también un "Farta Bruto" (plato predilecto de José Saramago) o una "mazamorra de maíz" descrita magistralmente por Gabriel García Marquez en "El Coronel no tiene quien le escriba".
A corto plazo Telmo proyecta crear habitaciones "personalizadas" recreando el ambiente de algún célebre escritor o poeta incluyendo su colección, fotos, datos biográficos y cualquier dato distintivo del autor. Como decíamos al principio, ¿qué tema de nuestras vida no está impreso en "blanco y negro"? Eso ofrece infinitas posibilidades para que no resulte aburrida la estancia en "The Literary Man". Sin dudas, este lugar es fantástico, con sus paredes testigos de todas las historias que sólo un convento del siglo XIX puede contar y con tal magia creativa que parece estarse escribiendo a sí mismo.