"La Traviatta", "Nabucco", "Aída" (encargada para la inauguración del Canal de Suez). Todas estas grandes óperas fueron compuestas por el mismo italiano, Giussepe Verdi. Él es uno de los ejemplos de cómo el arte sigue a la historia y cómo entender la música puede hacernos entender el periodo en el que se compuso. Su música estuvo muy ligada a la unificación de Italia y al Risorgimiento como la composición de su Requiem en honor a Mazzini, gran poeta nacional.

Primeros años: el éxito empañado

Verdi nacía el 10 de octubre de 1813 en un pueblo de la Lombardía, región italiana.

No fue el típico músico "prodigio" en el sentido de que fue rechazado en el prestigioso conservatorio de Milán. En 1836 contrae matrimonio con 22 años y solamente en cuatro años pierde a tres hijos y a su propia esposa. Aun así, en 1839 con 25 años estrena su ópera "Oberto Conte di San Bonifacio" que fue un gran éxito. Pero 1840, tras fallecer Margherita (su cónyuge) y tras observar el primer estrepitoso fracaso en el propio teatro de La Scala de Milán, fue un año desastroso.

Nabucco y el Risorgimento: compositor comprometido

Como todo en la vida, a veces va bien o va mal. Y Verdi estaba al lado del fin hasta que compuso Nabucco, una de las mejores óperas de la historia. "Va pensiero", el coro de los hebreos, estuvieron muy ligados al movimiento del Risorgimiento italiano: el fervor patriótico en contra del Imperio Austro-Húngaro, siendo el pueblo judío los propios italianos y Nabucodonosor el tirano austriaco.

Verdi se encontraría de lleno con la censura austriaca con su ópera I Lombardi alla prima crocciata que estrenó en 1843, y el compositor (como todos) se negó a eliminar las escenas más sensibles de la misma, por lo que fue prohibida su representación en cualquier teatro. Aún así, el compositor nunca dejó de intervenir en la política.

El siglo XIX y el Romanticismo fueron la cuna de los nacionalismos y el sentimiento patriótico que afectó a muchos compositores como Wagner, Liszt, Bruckner, Grieg, Dvorak... Y muchos de ellos fueron grandes activistas políticos. Participaría en la asamblea que decidió la anexión del ducado de Parma al Piaomonte italiano, tuvo una gran relación con Vittorio Emmanuele II y Cavour (el acróstico del rey V.E.R.D.I, era inscrito en las paredes de las casas y se identificaba también con el músico) y finalmente sería diputado en el primer parlamento de Italia.

Criticó duramente a la Iglesia en sus óperas como Don Carlos, en las que además "despreciaba" a la nobleza austriaca mofándose de Felipe II rey de España. Recordamos que uno de los grandes obstáculos a la unificación italiana eran los propios Estados Pontificios que desde 1815 en el Congreso de Viena quedaban bajo supervisión austriaca y bajo el Papa de Roma que se negaba a "perder" sus muy amplios territorios. Finalmente, en 1870 el ejército italiano entró en Roma y se llevó a cabo la total unificación. Y así, Verdi componía y sus obras se cantaban como símbolo de unidad nacional. En 1874, el propio rey le nombraba senador vitalicio, y el año anterior Giuseppe componía una de las misas de Réquiem más bellas a su amigo Mazzini.

Desencanto y fin

Verdi luchó y compuso para el pueblo, pero el pueblo no fue beneficiado. Al final de su vida, desencantado con la política y, tras el fallecimiento de su segunda esposa, compone Otello, estrenado en 1887, con un estilo revolucionario y "wagneriano". Aunque él falleciese en 1901, su música, banda sonora de la Historia, vivirá eternamente.