Nos despertábamos esta mañana con dos fallecimientos de dos actores de nacionalidades, estilos y carreras bien diferentes, cada uno por un cáncer: el actor británico John Hurt y la francesa Emmanuelle Riva. Ella tenía doce años más que él (89 contra 77), y se ha hablado más de Hurt, cuya carrera, impecable, ha tenido éxitos mundialmente conocidos, como la serie “Yo, Claudio” como Calígula, su gran papel en “El hombre elefante”, o más recientemente en la saga Harry Potter, aunque su carrera ha tenido más trabajos de mérito.

Eso sí, como en su carrera ha hecho muchas veces de homosexual, creíamos que lo era totalmente, pero le pasa como a Billy Crystal, que es bisexual, lo cual lo ha llevado sin ninguna hipocresía, al contrario que otros.

Ambos han estado casados con mujeres y han tenido hijos.

Pero Emmanuelle Riva, como no trabajaba en Hollywood, no tendrá el recuerdo que sí tuvo Debbie Reynolds, la madre de Carrie Fisher. Y como en el caso de Hurt, se la recordará sobre todo por lo más reciente de su carrera, la película franco-austríaca “Amor” de Michael Haneke, ganadora del Óscar por Austria, pese a estar hablada íntegramente en francés y co-protagonizada con Jean-Louis Trintignant. Riva fue lanzada a la fama con una de las primeras películas de la Nouvelle Vague francesa, “Hiroshima, mon amour” de Alain Resnais, innovadora en mostrar una historia de amor atípica para la época y para las mentes bienpensantes: la aventura amorosa entre un japonés y una francesa.

Hasta ahí, bien. Lo que chocaba en la época era que ambos estaban casados, cada uno por su lado, y la cámara nos los mostraba en la cama, después de haber tenido sexo y con alguna secuencia posterior de ellos en la ducha. Eso sí, sólo se veía lo que permitía la censura de entonces, que nos parecería más digno de “Sor Citroën”, pero era rompedor y transgresor, sobre todo viendo que ellos no pensaban acabar con su amor, continuarlo pese a todo, como un desafío a la sociedad hipócrita.

Emmanuelle Riva nunca se casó en la vida real. Tuvo una carrera también impecable, pero fuera de los cánones hollywoodienses y, como Hurt, pese a su enfermedad, estuvo trabajando hasta poco antes de su final.

Entre su larga filmografía, tenemos títulos punteros como “Tres colores: azul” de Krzystof Kieslowsky, “Venus, salón de belleza”, “Mi hijo” o “El Skylab”, entre las estrenadas en nuestro país.

Dejamos aparte “Hiroshima…” y “Amor”, claro. Esta última significó una lluvia de premios para la película y ella misma, como homenaje a su más de medio siglo de carrera. En los últimos años, por edad, ya sólo encarnaba a todo tipo de abuelas, aunque ella misma nunca lo haya sido en la realidad.

Riva era muy querida en Francia y entre sus colegas de profesión, por su honestidad, su talento y su discreción, jamás queriendo vivir de rentas ni de escándalos. John Hurt también supo trabajar y vivir como ella.