Origen de las supersticiones más usuales
Desde los albores de la humanidad el hombre ha estado atávicamente marcado por la influencia de una condición ineludible que, aún los que reniegan de ella, finalmente sucumben, a veces inconscientemente, nos referimos a los conjuros.
El hecho de responder con algún ritual frente a situaciones consideradas de buen o mal agüero, es una forma de superstición a la cual es muy difícil eludir, algunas de estas creencias tienen origen tan remoto como la presencia misma del hombre en la tierra.
Los estornudos: Al estar en presencia de alguien que estornuda, hay que protegerlo del peligro diciendo “Jesús”, otra fórmula aceptable es: “salud”.
Antiguamente el hombre creía que el alma residía en su aliento y eso era “la esencia de la vida”. “Dios creó al hombre insuflándole en la nariz el hálito vital”. Durante el reinado del papa Gregorio el Grande (590-604), el estornudo era considerado premonitorio de algún padecimiento, fue el pontífice que instituyó la frase “Dios te bendiga” para conjurar los peligros de la enfermedad.
Romper un espejo: Trae siete años de mala suerte o puede causar la muerte de algún miembro de la familia. Si se rompe un espejo, hay que sacarlo de la casa y, de ser posible, enterrarlo, para contrarrestar lo negativo. Antes de los espejos el hombre se contemplaba en los estanques y, si aparecía distorsionada la imagen, anunciaba algún desastre.
Los primeros espejos eran metálicos, por ello irrompibles, entre los antiguos eran considerados mágicos. El período de siete años de maleficio deriva de que el cuerpo humano, según los romanos, se rejuvenece cada siete años, en esta etapa uno se convierte en hombre nuevo.
Algunas reglas de formulismo supersticioso: Nunca iniciar nada en viernes trece.
Jesús murió un viernes, Adán fue seducido por Eva un viernes y el diluvio universal se inició en viernes. El número trece, por su parte, es catastrófico. Es el número de comensales en la Santa Cena. La mitología escandinava narra que, se encontraban reunidos doce dioses cuando irrumpió, convirtiéndose en el décimo tercer participante, Loki, (espíritu del mal) y allí mismo dio muerte a Balder (el más reverenciado de los dioses).
Algo similar a la mitología griega con la manzana de la diosa Discordia (Décimo tercera en un banquete), que provocó a la postre la guerra de Troya.
El colgar una herradura con las puntas hacia arriba, evita que la buena suerte se escape por debajo.
No encienda tres cigarrillos con la misma cerilla: En la guerra de los Boers en Suráfrica, los soldados ingleses ahorraban cerrillas sirviéndose de una para encender tres cigarrillos, la prolongada iluminación permitía al enemigo apuntar pausadamente, así que el tercer hombre se convertía en un estupendo blanco.
casarse en mayo: Los romanos honraban a sus muertos en este mes y pensaban que es una época negativa para los amantes.
Tocar madera: El significado religioso proviene de la cruz donde fue crucificado Jesús. Dar unos golpes en la madera garantiza protección para la buena suerte.