The Siberian Times informa de un sorprendente descubrimiento hecho en las cuevas de Denísova. Se trata de un conjunto de cuentas para adorno elaboradas con cáscara de huevo de avestruz. Pero, ¿cómo consiguieron esos huevos en Siberia?
Como sabemos, las cuevas de Denísova son unas cavernas que se localizan en el macizo de Altái, en Siberia, en la actual Rusia. Esta área está cerca de la ciudad de Chiorny Anui, y a unos 360 kilómetros de Barnaul. El conjunto cavernoso se ubica sobre el margen izquierdo del río Anui, cubre un área de 270 metros cuadrados y contiene una cámara central con diversas galerías laterales.
En la década de 1980, un equipo formado por científicos rusos encontró restos arqueológicos en el interior de estas cavernas. Iniciaron su excavación y consiguieron identificar hasta un total de veintidós estratos diferentes. Sus dataciones iban desde la época de Dionisi, un ermitaño que habitó la cueva en el siglo XVIII, hasta unos 125.000 a 180.000 años atrás.
La longevidad de estos estratos se llevó a cabo gracias a la datación por termoluminiscencia de los sedimentos hallados o, en ciertos casos, a la datación por radiocarbono.
Pero si por algo son conocidas estas cuevas es por los restos paleoantropológicos encontrados en su interior, por el equipo de científicos del Instituto de Arqueología y Etnología de Novosibirsk.
Entre otros restos hallados, que permanecieron en el sitio desde hace 30.000 a 48.000 años, se descubrió algunos huesos humanos.
Uno de los restos óseos fue identificado como la falange de una niña y fue llevado a analizar por el conocido genetista sueco Svante Pääbo y su equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig.
El ADN mitocondrial de la niña reveló una estructura genética perteneciente a una supuesta nueva especie de humanos, que fue denominada como “homínido de Denísova”.
Desde entonces, los estudios en las cuevas de Denísova no han parado, pero los últimos hallazgos han sorprendido mucho a los especialistas. Se trata de unas cuentas para adorno elaboradas con cáscara de huevo de avestruz, que miden algo más de un centímetro de diámetro y que se cree que tienen entre 45.000 y 50.000 años de antigüedad.
“Esta es una increíble pieza de trabajo”, ha declarado el investigador Maksim Kozlikin del Instituto de Arqueología y Etnografía a The Siberian Times. “La cáscara de huevo de avestruz es un material bastante robusto, por lo que los agujeros hechos en las cuentas debieron ser practicados con un taladro fino de piedra”.
Asimismo, Kozlikin piensa que las cuentas pudieron haber sido parte de una pulsera o de un collar, o incluso puede que de algún adorno cosido en la ropa de algún individuo. Lo cierto es que la presencia de estas joyas en las cuevas de Denísova sugiere que las personas que vivían allí pudieron haber tenido contactos comerciales y que importaron las cáscaras de huevo, tal cual, o bien las joyas ya acabadas.
Estos artículos de joyería, que revelan una gran habilidad técnica para la época, se han encontrado en el mismo estrato arqueológico que un brazalete de piedra de color verde oscuro hallado en el año 2008.