El hallazgo ha tenido lugar en Israel donde un equipo de arqueólogos ha descubierto un monumento de gran envergadura con una antigüedad de más de 5.000 años. Así lo han constatado estos expertos de la Universidad Hebrea de Jerusalén tras el estudio de las cerámicas que han sido excavadas en la misma edificación. Así esta construcción se posiciona como mucho más antigua que las reconocidas y admiradas pirámides de Giza en Egipto o el misterioso cromlech de Stonehenge en Inglaterra.
Esta construcción de forma semicircular cuenta con un gran volumen que alcanza los 14.000 metros cúbicos en total con una longitud total de 150 metros y se cree que sirvió como lugar de culto para ofrecer tributo al dios Luna en la era de la antigua Mesopotamia.
Se podría tratar de un lugar de marcación del límite de las posesiones de la población rural que ponía en valor los recursos que les daban alimento y hacían posible la vida en la zona.
Las enormes proporciones de la construcción hablan de una gran cantidad de tiempo y recursos para construirlo con la intervención de al menos 200 trabajadores y, al menos, 5 o 6 meses. Estos datos extrapolados de las conclusiones de los investigadores resultan sorprendentes como esfuerzo realizado por una población de carácter agrícola cuya supervivencia dependía únicamente del trabajo de las tierras.
Como suele ocurrir con todos los descubrimientos de épocas tan alejadas en las cuales no existen documentos escritos que aporten datos para contrastar las evidencias encontradas, el misterio para los profesionales es un aliciente que hace más excitante la investigación.
Poco a poco, el estudio de las piezas encontradas en el entorno del monumento, la comparación con paralelos existentes de la misma época y posibles hallazgos relacionados con esta gran construcción que puedan hacerse en futuras excavaciones, irán desvelando el secreto encerrado entre sus piedras y nos arrojarán luz sobre los hombres que lo construyeron, lo usaron y le dieron un sentido en la antigüedad.