Las palabras escritas, cuando están fundamentadas en un texto literario, provocan (esa es una de las intenciones), en el lector, una serie de emociones que van desde las “más agradables” como alegría, euforia, amor, ternura…, hasta las “no muy buscadas” como la tristeza, enojo, melancolía, vacío…; todas ellas con la posibilidad de ser contenidas, total o parcialmente, en un texto literario.
Se entiende entonces que una de las actitudes literarias del escritor, dentro de su profesión, está la de generar en el lector una “catarsis emocional” que lo sacuda en su devenir existencial.
Sucede que los Libros ficcionales no buscan sólo entretener sino hacer, entre otras cosas, que el lector reflexione, actúe y modele criterios estéticos, éticos, políticos y culturales para su propio bienestar y el de la comunidad.
Por tal razón, el lector tiene la sutil responsabilidad o habilidad de, al igual que el escritor, entender y seleccionar aquellos libros que deberíamos leer con cuidado, en el sentido de lograr lo anteriormente señalado y no caer en un estado y/o sensación de haber perdido el tiempo en la lectura de un libro; al final del día, el tiempo no se puede recuperar; y tener la sensación de haber sido estafado por la mercadotecnia editorial, es única responsabilidad del lector.
Es en este punto donde entra la participación activa del lector, en este proceso del libro que se resume en que el escritor, en su noble oficio, mediante la palabra escrita, construye una novela (por ejemplo), y tal libro genera en el propio lector, una serie de reacciones que se resumen en la llamada catarsis. Por supuesto que cada uno de nosotros tendremos nuestros comportamientos individuales.
Algunos libros que de manera personal, me gustaría recomendar para que se aventuren a leer, son los que a continuación enlisto con la finalidad de que sirvan de ejemplo de ver la capacidad que lograron desarrollar los referentes autores en las citadas obras para que experimentemos esas fuertes emociones como son la melancolía, vacío, desasosiego, entre otras.
La lista pequeña, y aun así intensa en emociones es la siguiente:
“El libro del desasosiego”, Fernando Pessoa.
“Nocturno de Chile”, Roberto Bolaño.
“After dark”, Hakuri Murakami.
Como advertí, la lista es pequeña y, sin embargo, intensa. Por supuesto que se puede ampliar o modificar con la participación del lector activo y de acuerdo a sus propios intereses objetivos y subjetivos.