Las catástrofes naturales son una desgracia que nadie desea que ocurra pero que cuando suceden no pueden evitarse, y tomar medidas contra ellas es tarea ardua y bastante improbable. Requiere de una rapidez y unos medios que los humanos no siempre tienen a mano y más de una vez la tragedia se desata y es primera página de periódicos y noticia de apertura en informativos.
Las catástrofes cinematográficas, por el contrario, son absolutamente inofensivas. Sí, en la pantalla ocurre de todo, y nada bueno para los que las sufren, pero son falsas, están construidas a base de efectos especiales, y acudir a los cines a ver cómo los protagonistas se ponen a salvo en esas extremas circunstancias es tan divertido que, de estar bien hechas, engrosan las cifras de la taquilla igual que un suflé crece en el horno.
De una de ellas, precisamente, habla San Andrés, la nueva película con la que Dwayne Johnson, anteriormente conocido como La Roca, viene dispuesto a incrementar su leyenda como actor infalible con el público. Es, sin duda, el nuevo Will Smith.
En esta ocasión interpreta a un piloto de helicópteros de salvamento que cubre la zona de California y que, una vez desatado el mayor terremoto de la historia, en la falla de San Andrés del título, acude al rescate de su hija... a San Francisco.
Y será su hija la que, con todos los honores, le absorba el protagonismo a Johnson. Porque se trata de la conocida actriz Alexandra Daddario, un rostro admiradísimo gracias a los dos films de Percy Jackson que rodó a principios de la década, y por su intervención, escasa aunque llamativa, en la primera temporada de True Detective.
Además porque su personaje, Blake, es toda una guerrera, una mujer femenina y preparada para lo que haga falta, con los conocimientos necesarios de cara a la supervivencia debido a lo que su padre le ha ido enseñando.
El Cine de acción agradece personajes como el suyo, aunque no estén mejor definidos en el guión ya que sus acciones tampoco lo requieren.
Daddario lleva la película a su terreno, la hace suya y lo logra con convicción. No hay una pega que ponerle a una chica que no se detiene ante nada siendo capaz de sacar, en las ocasiones adecuadas, su lado más tierno.
San Andrés tiene de todo, acción y emoción, en un tiempo récord para lo que Hollywood acostumbra. Y en ese todo también caben tópicos, los de decenas de películas de catástrofes que la gran industria nos ha ido ofreciendo previamente.
Es un Roland Emmerich sin Roland Emmerich. En la dirección está ahora Brad Peyton y se encarga de su función con la misma soltura que tenían las películas de los noventa.
Por eso funciona tan bien, lo cual no es malo para un hit veraniego, pero no juega muy a su favor que hayamos visto tantas tan parecidas. Lo que hace una o dos décadas era magnético, en esta pasa a ser mera fórmula, y solo los nuevos ingredientes, con Alexandra Daddario al frente, aportan la novedad que mantiene al día el género.