Una de las cosas que tenemos que agradecerle a Steven Spielberg es habernos presentado a un niño, prácticamente un adolescente, que con 12 años protagonizabaEl imperio del sol, una de las cintas más apreciadas pero menos recordadas del director de E.T. El extraterrestre, en la que el pequeño Christian Bale demostraba ya que tenía mucho talento, y el carácter necesario para plasmarlo. Solo debía crecer bien, es decir, acceder a proyectos sólidos y no meterse en títulos que llevaran su carrera por derroteros olvidables.

Así, intervino en la exitosa Mujercitas, en Retrato de una dama o El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare antes de adentrarse en el lado oscuro del Cine con thrillers como American Phycho, que lo convirtió en un icono del género, o El maquinista, producción española considerada actualmente una película de culto.

Luego interpretó a Batman en la trilogía de Christopher Nolan y su prestigio subió más si cabe: el mundo pedía un Oscarpara él y gracias a The Fighter, de David O. Russell el deseo se hizo realidad.

Y cuando parece que los mitos no pueden superarse a sí mismos, se estrena La gran apuesta y Bale hace hincapié en su excelencia. No solo es capaz de brillar más que nunca sino que además crea un personaje que no por ser real tiene menos mérito a la hora de su exposición en pantalla, ya que Bale no es el Michael Burry que interpreta y para transformarse en él ha de componerlo como si de otro cualquiera se tratara.

Basada en la novela de Michael Lewis, La gran apuestapresenta un abanico de personas que, metidas en el mundo de la banca, fueron capaces de detectar a tiempo el colapso de la burbuja inmobiliaria y actuar en consecuencia, a pesar de las reticencias de todos los especialistas y entidades, que no veían posibilidad alguna de que las hipotecas dejaran de pagarse.

Un reparto sensacional de actores comoSteve Carrell, Ryan Gosling o Brad Pitt, que además produce la película, encarnan a aquellos visionarios, pero de entre todos ellos Christian Bale se lleva los mayores honores. No es de extrañar la fama de actor sensacional que lo acompaña porque su nivel es de otra galaxia. No hay quien le haga sombra.

El auténtico Michael Burry tiene un ojo de vidrio y Bale recoge este dato y lo traslada a la pantalla con la naturalidad de quien también lo ha llevado así desde su infancia. Pero es que observar su modo de trabajo es una gozada porque que un tipo especialista en interpretar los números que tiene delante y hacer las deducciones correspondientes lo haga pegado a las baquetas de la batería y escuchando heavy metal a todo volumen es una característica tan sorprendente del personaje que no se puede sino admirar un carácter que, dada la perfección con la que el actor lo asume, aparenta ser también el suyo.

Christian Bale es un profesional cada día más completo pero cuesta, visto el abanico de interpretaciones que nos ha ofrecido, pensar que aún puede renovarse. Pero cuando el espectador duda él confirma y da un paso más en su elegante filmografía diciéndonos a todos que siempre es posible mejorar, solo tienes que proponértelo. Y así, Bale, ha obtenido su tercera nominación al Oscar.