Hay una película de Toni Leblanc "El Astronauta" (1970) donde en un bar de pueblo están mirando el la llegada del hombre a la Luna.
La escena es surrealista allí un grupo de parroquianos está maravillado de como se ha podido llegar; pero Toni Leblanc secundado por la tabernera aseguran que eso se hace en un plis-plas; con una pecera y cuatro láminas de contrachapado se podría hacer por 15.000 pesetas (de la época aprox. 5.000 €). En los bares pasa esto, siempre hay un listo que sabe hacer lo que sea gracias en parte a la ignorancia de la parroquia y sobretodo no saber de qué habla el ponente.
Hoy las redes sociales se han convertido en la plaza mayor del ciberespacio (leer "Internet es como la plaza del pueblo, es imposible la privacidad"). Y como suele suceder en estas plazas es donde hay el café del pueblo, el problema de este café está en que no hay puertas ni paredes que lo aíslan del mercado, del ayuntamiento y menos de la escuela; que en internet todas son limítrofes. Así que encontramos individuos como el parroquiano del "Astronauta" añadiendo su opinión a la de toda la audiencia. En esto no quiero decir que nuestro aguerrido ingeniero espacial del contrachapado y la pecera no tenga derecho a decir lo que opina, el problema es si realmente puede tener opinión valida en cualquier tema. Hablar sin conocimiento de causa es muy común y hacer comentarios por desgracia también, el problema es cuando ese montón de palabras y conceptos erróneos se acaban convirtiendo en una realidad paralela.El problema real se muestra cuando nuestro genio de la cerveza y verborrea fácil va a parar en una conversación con alguien que sí sabe de qué va el tema.
Entonces en vez de intentar aprender y saber de qué va, se enzarza en una discusión, contrariado porque el público le lleva la contraria en vez de aplaudir su sabiduría. Obviamente no admite ninguno de los argumentos del contrario (en parte porque no forman parte de sus referentes) y al final envía a este a que lea más y aprenda (eso si no lo insulta).
La ignorancia da arrogancia. Como los dos que atravesaban tranquilamente entremedio de las minas, nuestro ignorante interlocutor tiene un mundo muy pequeño donde referenciar la complejidad del mundo que le envuelve. Si uno se fija en las leyendas urbanas tienen siempre un componente común, por muy compleja que sean siempre son cosas muy básicas que explican algo que sale de la normalidad. Un ignorante y un sabio tienen una misma cultura básica común y su diferencia está en que uno solo sabe esto mientras que el otro a estos conocimientos se le añaden muchos más. A cada campo de conocimiento que uno adquiere ve que detrás hay infinidad de campos más por descubrir; pero el ignorante solo conoce las cuatro reglas que cree que son aplicables a todo lo que se presenta delante.Donde un ignorante ve una mesa, un carpintero ve técnicas y tipos de madera a parte de la mesa, un biólogo ve la estructura de los tejidos que forman la madera, y un físico los diferentes estados en que se presentan los materiales que la forman.
Una mesa es más que una mesa como cualquier cosa que nos rodea. Pero el ignorante solo ve una mesa de una forma tan clara que cualquier otra explicación del porque esa mesa es así o asa le parecerá una aberración propia de un ignorante pretencioso.
Desgraciadamente siempre se oyen más los ignorantes que los diferentes sabios en cada materia. Y como si fuera una maldición divina el gran progreso para el conocimiento que ha sido internet, poco a poco se convierte en un templo de adoración de la ignorancia.