Desde Honolulu, capital y localidad más grande del estado de Hawái, en los Estados Unidos, se reportó un accidente asombroso: un niño de ocho años se cayó desde un sexto piso por el tubo de botar la basura en su edificio, y salió completamente ileso, solo con algunas cortaduras y el susto. La arriesgada aventura tuvo un final feliz gracias a la insalubridad en el edificio, la aparición de un vecino y el arrojo del menor que salió a flote permitiéndole vencer del trecho sin dificultades.

A lo mejor usted no entienda cómo la insalubridad puede salvar a alguien; pero no se preocupe que ahora mismo explico los hechos: la suerte es que la acumulación de basura tuvo una participación positiva y el poco equilibrio entre consumidores y trabajadores comunales elevaron la montaña de desechos hasta el segundo piso, esta circunstancia hizo que la altura de la caída fuera menor.

La tía, de solo 13 años, que en ese momento era la única responsable de la custodia del menor, dijo inocentemente que el niño estaba botando basura cuando perdió el equilibrio y en un resbalón fue a dar al ducto hasta caer en la pila de basura. Los medios de comunicaciones locales se hicieron eco de la noticia. El diario Honolulu Star-Advertiser reportó el martes su asombro ante tal caso.

La solución de la situación la buscó el vecino del octavo piso, que al enterarse del accidente por el aviso de la menor, corrió a salvar al niño con una manguera contra incendios que tenían guardada en el edificio. El héroe del día se llama Dan Kaetsu, al que todos agradecieron su destreza y agilidad de reacción.

Enseguida el vecino encontró una posibilidad de ayuda en la caja de bomberos que por tanto tiempo había estado en desuso. Rompió el vidrio y envió la manguera hasta alcanzar al niño que se encontraba atrapado. Fue trascendental que el pequeño no le cundiera el pánico y cooperara sin dificultades en el salvamento.

Al llegar la manguera hasta donde él estaba la agarró fuertemente y usando las paredes del tubo como soporte, subió poco a poco, hasta el octavo piso.

Los bomberos, como en muchas otras ocasiones, llegaron al lugar cuando todo estaba resuelto.

En el hospital el diagnóstico fue muy alentador, pues no se identificaron daños severos, ni físicos, ni psicológicos. El médico aseguró que las consecuencias fueron solamente unas cortaduras en la frente, los brazos y los pies.

Este es solo uno de los ejemplos donde la poca supervisión de los adultos pone en riesgo la vida de los niños que tienen a su cargo: en la casa se encontraban el pequeño con su tía, que no vio el peligro que significaba que su sobrino de ocho años fuera a botar la basura en un conducto de seis pisos de altura.

El desenlace de este accidente hoy pudo ser satisfactorio, pero en la mayoría, las consecuencias suelen ser penosas e irreversibles.