Hoy se celebra por decimotercera vez el Día Internacional de la Traducción. Este día se impuso el 30 de septiembre de 1991 gracias a la insistencia de la Federación Internacional de Traductores (FIT) para que esta profesión obtuviese cierto reconocimiento por parte de la sociedad. Se destaca el trabajo en general pero el día se celebra sobre todo en honor a uno de los primeros y más importantes traductores de la historia, San Jerónimo, quien se encargó de hacer una traslación del documento original de la Biblia.
La profesión de la traducción es un tanto polémica hoy en día. Es una de tantas profesiones infravaloradas, que se cree que son poco útiles o que cualquiera podría realizar. Sin embargo, estos pensamientos son erróneos puesto que las personas que desempeñan esta función tienen que estar altamente preparados y poseer un gran conocimiento sobre las lenguas con las que trabajan y los métodos para realizar una correcta traducción. Hoy en día es muy importante la labor que realizan los traductores puesto que con el fenómeno de la globalización la comunicación multilingüe es un hecho primario en nuestra sociedad; esto lo podemos ver en la insistencia del gobierno porque los estudiantes cursen más horas en inglés, la importancia de los títulos que acrediten cierto nivel de una lengua en el currículum…
Antiguamente, la profesión sólo la podían realizar eruditos que habían tenido acceso al saber, ya que una gran cantidad de la población era analfabeta y no sabía leer ni escribir. En sus inicios supuso un choque entre la Iglesia y los trabajadores de dicha profesión, puesto que antes de ninguna traducción, los creyentes sólo podían conocer el mensaje de Dios a través de los sacerdotes y papas; por tanto suponía una pérdida de poder para ellos, y no podían permitir que nadie cuestionase sus palabras (véase el problema de Lutero y el prontestantismo con los altos cargos eclesiásticos cuando tradujo la Biblia al alemán y asentó las bases de la normativa de esta lengua).
Es global la creencia de que las máquinas y traductores de Internet pueden realizar una traducción y por ello no hace falta pagar a alguien que lo haga. Pero, también se ha de saber, que cuando hay que realizar una traducción profunda de una lengua antigua que ha sufrido cambios, informarse antes y distinguir palabras según el contexto, no se puede dejar todo "en manos" de las máquinas, porque probablemente obtengamos como resultado un texto sin sentido. Conclusión: máquinas y personas deben trabajar juntos para obtener un mismo fin, así se conseguirán los resultados óptimos. Así que rompo una lanza a favor de los traductores y considero que deberíamos valorar más el esfuerzo y trabajo que hacen día a día.