“Estamos aquí” es una propuesta de Yolanda Domínguez con la colaboración de María Gimeno cuya acción tuvo lugar el 21 de febrero, en la inauguración de la feria internacional ARCO, uno de los mayores exponentes del Arte contemporáneo español y donde cada año se hace patente la escasa participación de artistas femeninas.

El objetivo de la intervención, que se llevó a cabo de forma colaborativa entre las participantes, es reivindicar la estratégica invisibilidad de las Mujeres en el mundo del Arte.

La acción fue llevada a cabo por artistas independientes y de diferentes colectivos como La Caja de Pandora, MAV, Empoderarte, Clásicas y Modernas, que pretenden hacer visibles a las mujeres artistas en el ámbito de la cultura.

Las artistas aún tienen que luchar para hacerse notar

Y es que todavía en el año 2018 las artistas tienen que abordar problemas dignos del estado mesetario más rancio. A pesar de que ellas estén aquí y allá, ocupando la mayor parte de los espacios, tanto privados como públicos, con su trabajo, también tienen que desarrollar un doble trabajo mediático: hacerse públicas y además luchar para que el sistema deje de esconder sus trabajos dentro del cajón del olvido.

En el mundo del arte, dada la relación que inevitablemente se establece entre entidades financieras y artistas, la arbitrariedad de los criterios de selección se hace aún más patente cuando encontramos ferias, exposiciones y museos con prestigio repletos de una historia del arte masculina y patriarcal, donde la mujer sólo ocupa el lugar de objeto.

El proyecto "estamos aquí" pone como ejemplo el Museo del Prado, donde las artistas brillan por su ausencia. Pero este hecho es común a la gran mayoría de instituciones culturales, que parecen operar basándose en la tan raída dicotomía mujer-naturaleza /hombre-cultura. Si toda la industria del conocimiento continúa reproduciendo a los "clásicos" como única y exclusiva historia de la humanidad, el resultado que obtenemos a nivel práctico es la generación de una nueva clase de docentes, especialistas y expertos incapaces de asimilar y aceptar el cambio que el movimiento feminista a puesto en marcha en España y en el resto del mundo, y cuyo objetivo es precisamente la transgresión de los binomios excluyentes y los argumentos coercitivos sobre los que está fundada la sociedad occidental patriarcal.

Acercar la cultura institucional al presente

No se trata tan sólo de la visibilidad mediática, si no de que esta incansable reivindicación feminista acerque la cultura institucional al presente para empezar a hacer las cosas de otra manera: una vez aceptado el problema, se puede trabajar desde la raíz. Sólo si la producción de conocimiento con barba blanca deja por fin espacio a nuevas teorías, nuevas visiones, nuevas políticas, será posible que emerjan y se desarrollen nuevas formas de comportamiento y de relacionarnos con el mundo. Que el conocimiento y su reproducción se actualicen a la velocidad con la que se comunica nuestro tiempo.

Por otro lado, este tipo de acción busca hacer explícito que esta necesidad de gritar, de exigir, de pedir que se nos tome en consideración, indica ya una relación de subordinación y de dependencia, y que es ésta situación primaria la que hay que abolir.

No se está pidiendo un lugar en la foto de grupo, sino que cambie la dinámica grupal y por tanto nadie tenga que exigir nada. Es algo muy diferente a las estrategias de marketing y políticas que se están empeñando en mantener una guerra infantil entre dos sexos (cuando la sexualidad ni siquiera debería definir en primer lugar a la persona jurídica, del mismo modo que las personas financieras evaden definirse ante la ley por características físicas), entre dos equipos de fútbol, entre dos porciones de tierra a las que se asocia una bandera... Son todas consecuencias directas de una situación que interesa mantener: el coliseo abarrotado es del agrado del César.

"Estamos aquí" desaprueba esta invisibilidad consciente y deliberada por parte de la organización, ya que la actividad cultural está repleta del trabajo incansable de las mujeres, que no alternan sólo la doble tarea trabajo asalariado-doméstico, si no que además deben perder un tiempo muy valioso para abrirse paso a gritos entre una maleza de directivos fósiles empeñados en seguir mirando hacia otro lado.

Según los datos recogidos por MAV (Mujeres en las Artes Visuales) ARCO 2017 cerró con una cifra escalofriante de participación femenina: tan sólo 5 de cada 100 artistas eran mujeres españolas. Esta escasa representación en los circuitos artísticos sumada a la falta de capacidad crítica para analizar las causas y proponer soluciones, genera una inercia que alimenta el olvido de las mujeres artistas. Por eso las artistas se pasearon por la feria luciendo una diadema con un gran signo de geolocalización rojo sobre sus cabezas, como los que usa la aplicación Google Maps.