Las autoridades suizas continúan la búsqueda de algo más de cuatrocientos esquiadores fugados, en su mayoría británicos y algunos sudafricanos, que escaparon a la cuarentena que debían mantener en la región de Valais, en donde se ubican las estaciones de esquí más importantes del país helvético.
Todo comenzó el pasado 19 de diciembre de 2020, cuando acababa de detectarse la nueva cepa británica.
Además, en la zona donde estos se alojaban comenzaron a aparecer también los primeros casos de la nueva cepa, tanto en su variante británica como en la sudafricana.
Los esquiadores fugados se enfrentan a multas superiores a los 9.000 euros
La región de la que huyeron se está convirtiendo en el nuevo foco de coronavirus en Suiza, como ya le sucediera en marzo de 2020 a la estación de esquí de Ischgl (Austria). Las multas previstas para los fugitivos es de unos 10.000 francos suizos, unos 9.200 euros.
Se ha cuestionado duramente la apertura de las estaciones de esquí en Suiza. Su población se encuentra dividida entre quienes abogan por su apertura y los que creen que debieran cerrarse.
No resulta extraña esta división, teniendo en cuenta que el turismo de invierno en Suiza representa en torno al 1% de su PIB (el 10% e incluso más en las regiones de los Grisones y el Valais).
La fuga tuvo lugar al inicio de la cuarentena de 14 días que les fue aplicada oficialmente el 21 de diciembre.
Se desconoce que trayectos tomaron para evadirse. Dicho día se fugaron aproximadamente unos 50 turistas, pero el goteo de prófugos fue creciendo hasta que tan sólo permanecieron en confinamiento alrededor de una docena turistas.
La gran mayoría de los esquiadores fugados desaparecieron entre los días 26 y 27 de diciembre, especialmente los que se encontraban en la ampulosa estación de Verbier, considerada como la mejor de toda Suiza.
Esta se encuentra muy cerca de la frontera con Francia, por donde podrían haber cruzado los esquiadores fugados.
Las autoridades suizas buscan pistas sobre el paradero de los esquiadores fugados.
El periódico Neue Zürcher Zeitung, uno de los más prestigiosos de Suiza, expone que algunos turistas podrían haber dejado el país de manera legal; pues el aviso de cuarentena se promulgaba para la medianoche del día de la fuga, y estos habían salido antes de esa hora.
Las primeras alarmas de desaparición de los turistas confinados se produjeron cuando los trabajadores de los hoteles donde se alojaban comprobaron que la comida depositada a la entrada de las habitaciones permanecía intacta y que nadie contestaba al llamar a sus puertas; entrando finalmente y viendo que se encontraban vacías y sus camas intactas.
Algunos esquiadores fugados llegaron incluso a llamar a sus hoteles, una vez fuera del país, para solicitar la devolución del importe abonado.
Lo más llamativo de la fuga es que el día 24 de diciembre el gobierno suizo cambió las restricciones para que los ciudadanos británicos pudiesen volver a su país en determinadas condiciones, como la del cumplimiento de 10 días de cuarentena y la obligación de informar de su regreso y del transporte utilizado.
Además del perjuicio ya ocasionado, todos estos hechos han provocado que muchos suizos hayan cancelado sus vacaciones en las pistas de esquí de su país, por considerarlas posibles foco de infección.