El líder político encabezó dos levantamientos contra la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2002 y muchos funcionarios estadounidenses consideran que al-Sadr es responsable de la muerte de muchas tropas estadounidenses.
Tras los resultados, al-Sadr escribió: "Tu voto es un honor para nosotros. Iraq y las reformas han ganado con tus votos”.
"No te decepcionaremos; la culpa, toda la culpa recae en aquellos que fallaron en Iraq”.
Los resultados
La Alianza Saeroon, liderada por el Muqtada al-Sadr, ganó 54 de los 328 escaños en el parlamento iraquí que es más que cualquier otra coalición.
El Primer Ministro saliente Haider al-Abadi y su coalición Victory Alliance, que era la opción preferida de los Estados Unidos, fueron empujados al tercer lugar con 42 escaños.
La Alianza Fatah pro iraní, dirigida por Hadi al-Amiri, ocupó el segundo lugar con 48 escaños. Sin embargo, Sadr no puede convertirse en primer ministro ya que no se presentó como candidato, pero se espera que desempeñe un papel fundamental en la formación del nuevo gobierno. Sin embargo, se enfrentará a una compleja tarea de formar una coalición gobernante después de su alianza, compuesta por su propio partido y otros seis grupos principalmente seculares que no lograron obtener más de 55 escaños.
Al-Sadr hizo campaña en una plataforma anticorrupción y prometió invertir en servicios públicos.
La oposición presentó sus quejas
Durante la campaña electoral, iraquíes frustrados de todos los tonos se quejaron del patrocinio sistemático de su élite política, el mal gobierno y la corrupción, diciendo que no recibieron ningún beneficio de la riqueza petrolera de su país.
Irak ha sido clasificado entre los países más corruptos del mundo, con alto desempleo, pobreza extrema, instituciones públicas débiles y malos servicios a pesar de los altos ingresos petroleros durante muchos años.
A diferencia del primer ministro saliente, al-Abadi, un raro aliado tanto de Estados Unidos como de Irán, al-Sadr es un enemigo de ambos países después de ejercer influencia en Irak tras la invasión encabezada por Estados Unidos que derrocó al dictador sunita Saddam Hussein y marcó el comienzo de la mayoría chiíta al poder.
La participación durante las elecciones fue del 44.52 por ciento según la Alta Comisión Electoral Independiente, que fue significativamente más baja que en las elecciones anteriores.
Al-Sadr y al-Amiri fueron los primeros en cuatro de las 10 provincias donde se contaron los votos, pero el bloque del clérigo ganó significativamente más votos en la capital, Bagdad, que tiene el mayor número de escaños.