Esta vez, la aparición de Trump en los titulares no es para destacar las consecuencias de sus preocupantes y alarmantes decisiones que tienen en vilo a gran parte del planeta. Este pasado 11 de diciembre de 2017, su puesta ante las cámaras fue para solicitar a la NASA la vuelta del ser humano a la Luna, 45 años después de que este la pisara por última vez durante la misión del Apolo 17 tripulada por Schmitt, Cernan y Evans en 1972.
El presidente estadounidense ha mostrado además, su interés por el planeta rojo.
Trump ha firmado la directiva 1 de Política Espacial
Dicha directiva, permite a Estados Unidos volver a pisar la Luna, aunque actualmente se desconozcan fechas y presupuesto. Además de instar a instalar una base permanente en la Luna, se pretende construir ahí una lanzadera para futuras misiones a Marte, y por qué no, a planetas que se sitúen más allá de nuestro vecino marciano.
El presidente anima a "soñar a lo grande"
"Imaginen la posibilidad que nos espera en esas hermosas y enormes estrellas si nos atrevemos a soñar a lo grande.
Eso es lo que estamos haciendo, estamos soñando a lo grande". Estas fueron algunas de las palabras de Donald Trump durante el acto de ayer, en el cual se encontraba acompañado por el actual administrador temporal de la NASA Robert M. Lightfoot; la primera astronauta comandante de la estación espacial internacional, Peggy Whitson; el vicepresidente estadounidense Mike Pence así como por uno de los últimos astronautas en pisar la luna durante aquella misión de 1972, Harrison Schmitt, de 82 años.
¿Intereses ocultos en la vuelta a la carrera espacial?
China, Japón, la Unión Europea y Rusia también han mostrado su interés por explorar y colonizar la superficie de la Luna, desencadenando así una inminente carrera por ver cuál será la próxima bandera que se posará sobre nuestro satélite después de aquella misión del Apolo 17 que nos hizo soñar.
Esta vez las pretensiones van más allá de dejar una simple huella o un simple trozo de tela ondeando con el planeta Tierra de fondo. El inminente interés por el astro lunar así como por otros mundos deja entrever ciertas preocupaciones que nos incita a buscar un porqué a esta nueva carrera espacial.
Aquel discurso de J.F. Kennedy de hace 55 años en el cual se reflejaba el afán de superación del ser humano y de mejorar tecnológicamente ya queda atrás. Hoy, nuestra vista hacia el cielo queda lejos de aquellos ojos inocentes que miraban cargados de ilusión, ya que está está marcada por la necesidad de ampliar el horizonte terrestre, el cual se está quedando pequeño para dar cabida a la codicia que mueve al ser humano y que está marchitando a nuestro planeta, nuestra casa.