Parece que Portugal no está tan contento como podría imaginarse por la victoria de Salvador Sobral en el Festival de Eurovisión gracias a su tema "Amar pelos dois".
Ahora, cuando la alegría de haber ganado por primera vez en la historia el certamen de música más importante del mundo se ha asimilado, toca asumir la realidad y no siempre ganar un certamen no es tan positivo como podría parecer, sobre todo, en términos económicos.
Portugal está pasando una crisis económica brutal, igual que en el caso de España, y se va a tener que enfrentar a los altos costes que implica organizar el festival para la edición del 2018 y lograr tener las infraestructuras necesarias que cumplan con los requisitos exigidos por el propio certamen.
Salvador Sobral ya pidió disculpas al darse cuenta del impacto económico, al regresar a su país como si fuera un auténtico héroe nacional, al darse cuenta de lo que implicaba para su país en términos económicos, ya que, cada año el Festival es más exigente.
El coste de cada festival se cubre entre las cadenas europeas que se encargan de retransmitir el festival (en total, más de seis millones de euros) y la cadena anfitriona suele gastar entre diez y veinte millones de euros que se suelen compensar con los patrocinadores y con la venta de entradas.
Hay que recordar que a causa de la crisis, durante cuatro años, Portugal decidió no enviar representante
No se sabe cuál será la ciudad anfitriona. Lisboa sería la primera opción; pero, más que por ser la capital, el problema vendría por el tipo de infraestructuras que puede aportar y se va a gestionar cada euro con el máximo cuidado posible.
Y, ¿cuáles son los requisitos de Eurovisión?
Según la página oficial del festival hay que tener instalaciones que puedan acoger la mayor producción televisiva (el escenario, camerinos, sala de prensa para 1500 periodistas, espacios de oficina...). Dichas instalaciones tendrán que estar disponibles durante un período de tiempo entre seis y ocho semanas.
Además, la ciudad debe tener la suficiente capacidad hotelera para todos los participantes y para los cerca de las 1000 delegaciones que estarán en la ciudad durante dos semanas.
Por el momento, Oporto ha dicho "no, gracias" a ser una posible sede del festival. Una propuesta interesante podría ser el MEO Arena de Lisboa. Por el momento, los portugueses están sudando al pensar de dónde sacarán esa gran cantidad de dinero.