El 2 de julio de 1899 en el filipino pueblo de Baler los últimos 33 supervivientes del destacamento español cercados en la iglesia de la localidad aceptaban la capitulación honorable que los sitiadores filipinos les ofrecían tras 337 días de resistencia a ultranza contra los tagalos sin haberse creído los mensajes del enemigo que les decían que España había perdido la guerra y cedido las Filipinas a los EEUU tras el desastre del 98.
Con motivo del aniversario de esta gesta el ET prepara para este año una serie de homenajes como el levantamiento de un monumento conmemorativo en Madrid y una exposición en el Museo del Ejército sito en el Alcázar de Toledo que sirve para meterse en la piel de los 50 hombres que resistieron en Baler.
El rostro de los 'Últimos de Filipinas'
Un mural con los rostros de los 33 supervivientes del del destacamento a los visitantes de la exposición sobre los Héroes de Baler, extraído a partir de las fotos que se les hicieron tras superar el asedio los "Últimos de Filipinas" son reconocibles por nombre y apellidos.
Una cosa curiosa es su sobrenombre de "Los últimos de Filipinas" no se empleó cuando concluyó la gesta sino que se popularizó a raíz del título de la película estrenada en 1942 que se convirtió en un icono de cultura popular junto con la canción "Yo te diré".
Conociendo el contexto histórico
La primera parte del recorrido nos pone en el contexto histórico de la colonización española en Filipinas desde el siglo XVI al XIX para comprender que no fue nunca una colonización completa, las Filipinas estaban demasiado lejos de España para enviar contingentes militares significativos que asegurasen el territorio y los recursos económicos que se aprovechaban de su posesión eran mínimos en comparación con los que se obtenían de América.
Sin embargo, era un punto de transito vital para dirigir las mercancías que venían de oriente.
Como ejemplo los famosos "mantones de Manila" no eran de tal lugar sino de China lo que sucede es que eran en Manila donde se organizaban los envíos para embarcarlos y enviarlos a la metrópoli o exportarlos por lo que por asociación adoptaron el nombre.
Con todo la verdadera colonización española se centró en la ciudad de Manila y su región quedando el resto de islas y territorios bajo un control más nominal que real, merced a misiones religiosas que evangelizaban y escolarizaban a los aborígenes tagalos y pequeñas guarniciones militares más para hacer presencia que otra cosa.
Y es en este contexto que en la región de Baler existiera una pequeña guarnición en 1898 para mantener ese control más oficial que real sobre el territorio.
Baler, la guarnición aislada
Si se sigue la exposición el visitante se entera que es en 1898 cuando dando por superada la paz de Biac Nac-Bato de 1896 los tagalos se alzan de nuevo aprovechando la guerra de España con EEUU, desde el 13 de febrero de ese año custodiaba Baler un destacamento de 50 efectivos del Batallón de Cazadores Expedicionarios Nº2.
Conscientes que a campo abierto pueden ser aniquilados fácilmente se atrincheran en el edificio más solido de la localidad, la iglesia, el 30 de junio de 1898 bajo el mando del capitán Enrique de las Morenas y el teniente Saturnino Martín Cerezo.
Se da ese el día como inicio del asedio, pero la guarnición llevaba aislada de Manila sin recibir comunicaciones desde el 1 de junio.
El sitio se caracterizó por un tiroteo constante, asaltos de oleadas humanas, bombardeos de artillería por unas piezas artesanales que disponían los tagalos y salidas de los asediados para robar alimentos frescos. Los sitiados eran veteranos con experiencia bélica y estaban bien armados con fusiles Máuser por lo que se defendieron bien.
Capitulación tras 337 días
Aunque se les informó de la pérdida por España de las Filipinas, los cercados se negaron a rendirse por varias razones, tanto por no creer la derrota como por el más que justificado temor a ser masacrados de rendirse, suceso que ya había ocurrido en ocasiones anteriores, o quedar cautivos pues algunas tropas españolas que se rindieron en otros puestos al conocer la capitulación quedaron presas y no se repatriaron hasta 1904.
Por ello solo aceptaron la entrega del puesto cuando el presidente Aguinaldo les honró en un decreto, el 30-VI-1899, y les concedió un salvoconducto en que los trataba de "amigos".