La figura del Diablo siempre ha causado respeto y miedo. Más aún en tiempos donde la religión era el motor del día a día y la superstición inundaba a la sociedad. Por ello, en todos los países brotaron historias que narraban episodios relacionados con demonios y brujas. Se creía que alguien real, que se manifestaba en carne y hueso y, por tanto, se contaban encuentros con este como si de una persona se tratara. Y uno de estos episodios tuvo lugar en Madrid en el siglo XIV, donde un curioso personaje daba que hablar.

El campesino de Navalcarnero que tenía visitas del Diablo

Se trataba de un campesino del pueblo madrileño de Navalcarnero, cuyo nombre era Martín Perdomes. Este personaje se ganaba la vida vendiendo todo aquello que cosechaba en los puntos de venta y en los mercados de la ciudad de Madrid. Sin embargo, su fama no venía de la calidad de las verduras y hortalizas que vendía, sino de todo aquello que contaba ante la atenta mirada de los clientes.

Martín Perdomes aseguraba que de madrugada recibía la visita del Diablo en persona. Decía que la primera vez que tuvo contacto por este ser maligno fue una noche que volvía a Navalcarnero, cuando este le dijo que en cuatro días, una fuerte lluvia inundaría Madrid.

Dicho y hecho: a la fecha señalada, cayó una tromba de agua que impactó a los madrileños que escucharon las palabras de aquel campesino.

Sus servicios habrían llegado a ser solicitados por el rey

La fama que adquirió Martín Perdomes debido a las predicciones que supuestamente recibía del Diablo fue en aumento. Viendo que hacía dinero con ello, decidió montar un consultorio en la ciudad al que acudían los habitantes madrileños para conocer qué les depararía el futuro.

Este personaje tuvo que ser tan famoso que incluso el propio rey le llevó al Alcázar para consultar diversos asuntos políticos que tenían que ver con su reinado. Esto provocó que la nobleza también acudiera a él para saber sobre su porvenir.

Martín Perdomes murió rico y sin tener ningún problema con la Iglesia por asegurar que todas las noches era visitado por el Diablo.

Hay que tener en cuenta que la Santa Inquisición todavía no se había instaurado en España, por lo que no fue incomodado en ningún momento por sus palabras. De haber existido el Santo Oficio en aquel Madrid del siglo XIV, el campesino de Navalcarnero habría medido mucho más lo que contaba a la gente que acudía a comprar sus verduras y hortalizas...