El mundo está lleno de situaciones desagradables, la mayoría debido a seres humanos insensibles que desahogan toda su frustración sobre los seres vivos que encuentran desamparados y desprotegidos. Por suerte, existe la otra cara de la moneda que son aquellas personas que dan lo que tienen por ayudar ya sea a un gato, a un perro o a un ser humano.

Debemos educar para que el mundo empiece a estar lleno de gente sensible, que atienda las necesidades de otros y que no sienta que debe machacar todo aquello que ve desprotegido y débil. Es por eso que hoy tratamos la noticia de esta mujer que se negó a dejar abandonado a un pobre gato que estaba en un estado irreconocible.

La historia de la mujer que no abandonó a este gatito

Una mujer salió con una amiga a dar un paseo como hacía normalmente. Sin embargo, esta vez su amiga encontró algo inusual que le llamó la atención. Al lado de la carretera había un gato de tan solo cinco semanas. Estaba infectado con gusanos y prácticamente al borde de la muerte.

La mujer llamada Kathleen se aseguró de lo que estaba viendo y en efecto, había un gato dentro de la bolsa que habían encontrado. Lo cogieron rápidamente y para la suerte de todos, tenían una caja en el coche. Mientras Kathleen conducía, su amiga sostenía la caja donde llevaban al gato. Los ojos y la nariz del minino tenían costras y estaba lleno de heridas.

Las dos chicas comentan que el gato, después de lo que había pasado seguía manteniendo energía ya que intentaba escapar de la caja.

Kathleen nunca había tenido gatos debido a que su hermano y su padre eran alérgicos pero no dudó en darle al gato una oportunidad.

La madre de Kathleen al ver el estado del gato, decidió que necesitaban curarlo y que al menos lo cuidarían hasta que encontrasen un hogar definitivo para el felino. Le dieron un buen baño y lo llevaron al veterinario.

El profesional le puso antibiótico y un tratamiento para los gusanos.

El estado crítico del gato aún después del rescate

Para sorpresa de todos, el gato parecía estar aletargado. No se movía demasiado y en más de alguna ocasión pensaron que aparecería muerto. Después de dos semanas, el gato empezó a reaccionar de manera más natural y comenzó a estar más enérgico.

Cuando vieron que comenzaba a jugar, empezaron a introducirlo al resto de miembros de la familia, los tres perros. Con el tiempo el gato empezó a sentirse como en su propia casa. La familia le cogió mucho cariño y el padre decidió que se quedaba en la casa porque pertenecía a ella como un miembro más de la familia.

Lo llamaron Drizzy. Suele salir al porche de la casa como muy lejos ya que prefiere quedarse tranquilo y ver a través de las ventanas de la casa. Con el tiempo incluso llegó a tener un nuevo gato compañero llamado Stripes con el que se lleva muy bien.