Mi pluma literaria ha soñado las diez manías inconfesadas del señor Donald Trump, el presidente de Estados Unidos más polémico y peor valorado de la historia. Sin duda una figura controvertida que suscita una masiva antipatía en la población mundial y aun así ha sido capaz de auparse a lo más alto en la escala de poder actual, toreando a placer a los medios de comunicación y a la misma opinión pública.

Trump es el primer líder político global que hace y deshace a su antojo, sin molestarse en ser políticamente correcto. Siempre tuvo dos sueños: ser el hombre más rico del mundo y también el más poderoso, y ahora disfruta de su éxito en la cresta de la ola.

Hasta aquí lo conocido. Lo que ignoramos el común de los mortales es la cara oscura de Trump. Hagamos un repaso a sus diez manías inconfesadas e inconfesables desde el punto de vista de mi satírica pluma literaria, que tiene la mala costumbre de mofarse de todo… un poco.

Manías domésticas

Trump se apea de la cama invariablemente con el pie izquierdo, no por una cuestión ideológica, sino porque prefiere dormir en ese lado de la cama.

Lo primero que hace al levantarse es mirarse al espejo para comprobar que el sueño no le ha alborotado el peinado, lo cual considera un signo de mala suerte.

Nunca ha sido un amante del deporte, pero en su alcoba nunca falta un juego de luchacos con los que se ejercita durante diez minutos antes de iniciar la jornada y con los que es capaz de hacer virguerías asombrosas.

Manías corporales

Como padece un mal congénito que le provoca un desagradable olor en las axilas, va siempre provisto de un potente desodorante fabricado en exclusiva para el PH de su piel, y antes de una entrevista o una comparecencia pública se rocía a hurtadillas con el mencionado spray.

Su manía más común es la de morderse las uñas, aunque en su caso centrándose en la del dedo meñique izquierdo, hasta el punto de masacrarla literalmente.

Manías de dominación

Cuando ve a una mujer que le atrae por cualquier razón, necesita “hacerla suya” antes o después, para lo cual la incluye en la “lista de candidatas” con la que trabajan sus “agentes secretos”, que se encargan de hacer todo lo posible por complacer esta apetencia carnal suya, muy arraigada desde la adolescencia.

Cuando alguna persona se toma la libertad de llevarle la contraria en público, ante algún testigo, también acaba en una lista de “señalados”, aunque en este caso de otro tipo, una lista sobre la que igualmente trabajan sus agentes secretos para encargarse de que el “infractor” reciba el justo pago por su osadía y acabe en dique seco.

Manías para atraer la buena suerte

Para atraer la suerte en todas las facetas de su vida, empezando por la salud, ingiere al medio día un trébol de cuatro hojas de los que recoge el jardinero de la Casa Blanca, que se pasa buena parte de su jornada laboral enredado en esta actividad.

Cada domingo, antes de acostarse, Trump quema diez mil dólares en billetes grandes en la bañera de su cuarto de baño, como ofrenda sacrificial al dios pagano del dinero.

La última manía de Trump es numérica y tiene una base pitagórica. Recordemos que según el sabio matemático Pitágoras cualquier combinación numérica puede ser reducida a un dígito primario, del 1 al 9, y que cada uno de ellos tiene una significación específica, siendo el número 1 el que simboliza el éxito. Así que si a Trump le ofrecen una bandeja de emparedados, tomará tan sólo uno, o en su defecto 10, y en el improbable caso de necesitar más cogería 28, ya que 2 más 8 suman 10 y éste se reduce al ansiado 1.