La figura de los Magos que tenemos en la cabeza dista mucho de la original. Para empezar, porque apenas tenemos datos de aquellos misteriosos visitantes y adoradores del Niño. Para continuar, porque las distintas tradiciones los han revestido de sus ideas. Para terminar, porque sus manifestaciones actuales sirven a una sensibilidad actual poco enraizada en la historia. También tendríamos que mencionar los relatos de nuestros mayores, de los educadores y del mismo arte. Es decir, estamos acostumbrados a un cliché que reduce a los Magos a tres personajes bien definidos, que salen en cabalgata para alegría de los pequeños de casa y dan un mensaje en la plaza mayor, además de traer regalos al amparo de la noche.
Como los Magos, también nosotros caminamos atentos, incansables y valerosos para encontrar a Dios que ha nacido por nosotros.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) 6 de enero de 2017
Ni tres ni reyes
Únicamente, encontramos una referencia en el Evangelio según san Mateo, al inicio de su segundo capítulo. La lectura del mismo no arroja datos sobre sus personalidades individuales. En ningún momento dice cuántos son, ni su cargamento, modo de transporte o presencia de pajes. Solo sabemos que se dirigen al rey de Israel porque han visto una señal celeste (la estrella). Tal signo lo interpretaron como el nacimiento de un rey. Así que es normal que acudan al palacio. El niño debería nacer de la familia real.
Pero el resultado que obtienen es que deben buscar en otro lugar. En una aldea que apenas sale citada en la Biblia, lejos de la capital: Belén. Allí, encuentran al Niño Jesús y su madre (por cierto, san José no es citado). Se postran ante el pequeño y le entregan tres regalos: oro, incienso y mirra. Luego, por una revelación "en sueños", salen de escena por un camino distinto al que les trajo a la Sagrada Familia.
Como puede verse, ni identificación, ni descripción, ni datos personales que los identifique.
Eran Magos
Vayamos a los datos seguros. Uno de ellos es que eran magos. Siguiendo las investigaciones de Ratzinger y de Antonio Piñero, sabemos que eso podía significar varias cosas:
1. Pertenecer a la casta sacerdotal persa o ser astrólogos.
Serían investigadores de lo celeste y buscadores del rastro de lo Eterno en esta realidad efímera terrestre.
2. Ser brujos, hechiceros, usuarios de la magia.
3. Tratarse de charlatanes y embaucadores.
Nuestros Magos estarían dentro de la primera acepción. Su origen "de Oriente" no desvela nada, porque las posibilidades de encuadrarlos en una población son inumerables.
Traían regalos
El significado de los tres regalos que portan es bien curioso y supone toda una declración de fe. No son algo que vayan a servir para solucionar la situación de pobreza de los que lo reciben. Su interpretación simbólica arroja ests resultados:
1. Oro: referencia a la realeza, al poder.
2. Incienso: reconocimiento de la divinidad.
3. Mirra: el perfume para el enterramiento, la caducidad del hombre mortal.
Al traer tres regalos, muchos imaginarían que cada uno se corresponde con un Mago.
Son paganos, no pertenecen al pueblo judío
La época de Jesús es un tiempo de revolución y esperanza. Hasta una docena de revolucionarios judíos se conocen, por sus nombres y hechos, dirigiendo alzamientos contra el poder romano. Los Magos, viniendo de un lugar lejano, siguen una señal celestial, pero no conocen las profecías ni las Escrituras del pueblo judío. Su esperanza es la de encontrar al rey recién nacido y su revolución es haber abandonado todo por alcanzar tal meta.
La iglesia les reserva una aparición en su celebración
Dentro de las fiestas de Navidad está la solemnidad de Epifanía.
Se celebra la manifestación, la aparición de Dios para todos los pueblos. Los Magos serían representantes de todas las naciones. Son amantes de la verdad y han salido a buscar al Dios verdadero, nacido como niño judío.