La diabetes es la acumulación de glucosa en la sangre, a causa de la incapacidad del cuerpo para producir insulina (diabetes tipo 1) o la incapacidad del cuerpo para utilizar la insulina producida por las células beta de los islotes de Langerhans del páncreas (diabetes tipo 2). Si bien en el caso de los humanos ambos tipos de diabetes son frecuentes, la mayoría de los caninos domésticos sufren diabetes tipo 1, mientras que en los gatos ocurre principalmente diabetes tipo 2.

La diabetes mellitus es una enfermedad crónica de relativa frecuencia en el ser humano, y a pesar de que los propietarios de mascotas poco saben acerca de esta enfermedad en animales y su frecuencia, se estima que aproximadamente de 1 de cada 500 perros puede desarrollar diabetes, siendo similar la situación en los gatos, sin embargo, las cifras reales de esta patología en caninos domésticos pueden ser más elevadas, debido al subdiagnóstico y fallas en los reportes de esta enfermedad.

Factores de riesgo

La diabetes en perros suele ser un problema de tipo genético, en el cual, las células del páncreas encargadas de la producción de insulina no tienen la capacidad para cumplir esta función, mientras que en los gatos, la obesidad es el principal factor de riesgo para la diabetes, y en vista de el estilo de crianza de esta especie, la obesidad en gatos es un problema cada vez más frecuente. También puede existir predisposición genética, enfermedades endocrinas como el Sindrome de Cushing, pancreatitis o algunos medicamentos pueden favorecer el desarrollo de la diabetes.

Síntomas de diabetes

Entre los síntomas frecuentes de la diabetes en caninos y felinos se encuentra la polidipsia (consumo excesivo de agua), la poliuria (aumento de la frecuencia y volumen de orina) y adelgazamiento progresivo a pesar de que exista un aumento considerable en el apetito y la ingesta diaria de alimentos; estos signos son suficientes para sospechar de la enfermedad y acudir de manera inmediata al médico veterinario; otros signos pueden ser la aparición de catarata en ambos ojos, ceguera, crisis convulsivas, entre otros.

Tratamiento

Al igual en los seres humanos esta enfermedad no tiene cura, sin embargo, puede controlarse y garantizar con ello una buena calidad de vida a las mascotas, para lo cual es necesario, acudir al médico veterinario, administrar la dosis adecuada de insulina, modificar la dieta y realizar cambios en la rutina diaria.