Eran exactamente las 15:17, hora española, cuando en la californiana Base de Vandemberg el cohete Falcón 9 encendía sus motores tras culminar la cuenta atrás y el cohete partía hacia el cielo llevando a bordo el satélite español PAZ y otros dos satélites taiwanés y coreano que colocará en sus respectivas órbitas.

Tras librarse al minuto quince segundos del despegue de la primera fase de propulsión, el cohete Falcón 9 multiplicaba la velocidad ya en la estratosfera hasta alcanzar la formidable aceleración de 27.665 km/h a una altura orbita de 516 km.

Alcanzada esta velocidad el cohete de la segunda fase se apagaba a los ocho minutos cincuenta y ocho segundos del despegue.

Navegando ya por su propio impulso, la "cofia", proa hueca del cohete que alberga los satélites, se abría y con precisión milimétrica ponía en órbita al satélite español PAZ exactamente a los 11 minutos 14 segundos de su despegue. Así desde las 15:28:14 del 22 de febrero de 2018, España cuenta con su propio satélite de inteligencia en el espacio operando a 514 km de altura.

Atrás ha quedado un último mes de infarto en que el despegue del satélite había sido suspendido y atrasado hasta en cinco ocasiones ya fuera por problemas técnicos, de carga, de error en los datos, de corrección de órbitas o contratiempos meteorológicos de última hora que incluso habían abortado el despegue el día 21 a solo dos minutos del final de la cuenta atrás para decepción y frustración de toda clase de invitados, con la ministra de Defensa Maria Dolores de Cospedal a la cabeza, que esperaban expectantes el despegue en las instalaciones del Instituto de Técnica Aeroespacial, INTA, en la Base de Torrejón cerca de Madrid.

En esta sexta ocasión todos los datos, cargas y órbitas eran correctos y los globo sonda en altura confirmaban unas condiciones climáticas perfectas. El despegue realizado con precisión matemática desataba la euforia en las instalaciones del INTA con vítores, aplausos y felicitaciones entre los miembros del proyecto, invitados, técnicos y periodistas.

Un triunfo tan deseado como anhelado.

Los orígenes

Fue la crisis de Perejil en 2002 la que demostró que España necesitaba contar con su propio satélite de inteligencia, o satélite espía en vulgo, para garantizar una vigilancia desde el espacio de su territorio y garantizar su defensa nacional. Durante el incidente en el islote Francia dio largas al uso por España del satélite de inteligencia Helios de la UE y solo se pudo acceder a su información ya pasada la crisis con que durante las operaciones de recuperación de Perejil las tropas españolas actuaron a ciegas en cuanto a vigilancia desde el espacio se refiere.

La solución lógica a esta deficiencia era que España se dotara de su propio satélite espía y así usarlo a plena discreción, tales como Italia y Alemania que tienen los suyos propios, así tras cinco años de estudios en noviembre de 2008 se daba luz verde a la construcción de un satélite de inteligencia autóctono que seria construido en colaboración por el INTA, Airbus Defence and Space y la empresa Hisdesat Servicios Estratégicos de creación estatal para tal cometido además de otras 15 empresas colaboradoras y tres universidades. El nombre de dicho artefacto seria PAZ en la idea que la disuasión de tenerlo garantizará la paz en si.

Desde entonces el satélite se ha ido desarrollando y rediseñando aumentando sus prestaciones y capacidades previstas originalmente al adaptársele lo último en tecnología que aparecía en el mercado, de este modo mientras la resolución de imágenes era de un metro cuadrado en el proyecto inicial ha pasado a ser de 25 cm en el definitivo.

Así, tras ocho años de construcción, la versión completada y final del satélite veía la luz en 2016, se preveía en inicio haberlo completado en 2012 para lanzarlo en 2014. La crisis ucraniana canceló el contrato para su lanzamiento en 2017 en el cosmódromo ruso de Plesetsk para que fuera la base americana de Vandemberg la elegida para el lanzamiento.

Las prestaciones

El PAZ tiene forma de un cilindro pentagonal con una antena en forma de vara desplegable para enviar los datos que captará por sus sensores radar de apertura sintética, no es un satélite óptico sino radárico esto es que las imágenes que capta son imágenes radar del terreno y de los objetos que se mueven en él lo que la da múltiples ventajas sobre la captación óptica pues no depende de la meteorología ni la oscuridad para captar imágenes sino que realiza un mapa virtual del terreno que vigila con precisión superior a la de una foto de alta resolución.

Tras un periodo de comprobaciones entrará en total operatividad en la segunda mitad del año, dando a España una total independencia en vigilancia estratégica desde el espacio con aplicaciones duales civiles y militares.