Manifiesto de los límites terrestres

En noviembre de 1992, un grupo de más de 1500 científicos de todo el mundo, entre ellos varios premios Nobel y reputados investigadores de la comunidad, suscribieron un manifiesto sobre los riesgos del calentamiento global y el Cambio Climático; riesgos que podrían poner al planeta en sus límites si no se tomaban medidas urgentes para reducirlos.

Hoy, 25 años después de dicho manifiesto, la preocupación se ha extendido entre la comunidad científica mundial, de tal forma que ya no son 1500, si no más de 15000 los que nos advierten que, no sólo no se ha hecho nada por remediar la situación, si no que además ha empeorado notablemente.

Agravantes

En el documento original, donde firmaban investigadores de más de 70 países, se advertía de graves consecuencias derivadas de la forma de administrar los recursos terrestres, además de las malas gestiones económicas, donde parece que sólo importaba el presupuesto militar, que formaba el principal gasto económico y de recursos de los países actuales, con más de un billón de dólares anuales.

Otros motivos contribuían al deterioro terrestre, como la contaminación ambiental, el crecimiento poblacional, la paulatina desaparición de especies o la despreocupación ante el problema de la capa de ozono. Entre dichos científicos se encontraban los premios Nobel James Tobin y Henry Kendall, entre otros 97 de la época.

Única mejoría

Este segundo documento trata de advertir a la humanidad que apenas se han tomado medidas paliativas que contribuyan a estabilizar la situación; además, la mayoría de la población apenas está concienciada de las consecuencias a medio y largo plazo de este deterioro planetario, escudándose quizás en la premisa de que una sola persona poco puede hacer, pero hay que recordar que toda ayuda contribuye en este tipo de asuntos.

La única mejoría que refiere el documento es la situación actual de la capa de ozono, que se ha estabilizado.

La comunidad científica hace especial incidencia en el perjuicio provocado por el ser humano, tomando como sus máximos exponentes a los gases de efecto invernadero que producen los combustibles fósiles, además de los efectos de la ganadería y la deforestación de los bosques, principales encargados de reciclar el aire de la atmósfera.

¿Alarmismo?, No, realidad

Podríamos pensar que quizás la comunidad científica trate de instaurar en nuestra mentalidad una preocupación desmedida por el tema, esperando así algún tipo de reacción para concienciarnos de los efectos devastadores de nuestra conducta, pero nada más lejos de la realidad. No sólo se trata de no crear alarmismo, si no que reconocen que la situación es insostenible a medio-corto plazo, asegurando daños irreversibles en el medio en las próximas décadas.

La agencia SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas) manifiesta una posible reducción del agua dulce disponible por habitante de un 25%, un aumento al 75% de zonas sin pesca en los mares, pérdidas de millones de hectáreas en los bosques, una reducción de casi un 30% de las especies terrestres, o un crecimiento poblacional del 35%.

Medidas urgentes

Los científicos instan a la población a que requieran de sus políticos mayores acciones inmediatas para paliar la situación, un comportamiento a nivel individual que permita reducir el consumo de combustibles fósiles, además de la educación a futuras generaciones basada en la sostenibilidad del medio, afirmando que "Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de esta trayectoria que nos lleva al fracaso, nos estamos quedando sin tiempo".