La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, FDA en sus siglas inglesas, ha aprobado esta semana la primera pastilla "interconectada" que permitirá saber diariamente a los facultativos si sus pacientes han ingerido la dosis de medicamento que les corresponde y en qué momento lo han hecho.

Abilify, la pastilla digital, podría ser el futuro de las industrias farmaceúticas. Aunque ya se utiliza en un medicamento concreto -un antisicótico que trata la esquizofrenia y el trastorno bipolar-, la aplicación de esta tecnología es una prueba para dilucidar si podría utilizarse pronto en otros medicamentos.

Más de la mitad de los americanos cuentan con dos prescripciones de medicamentos y un 20% puede llegar a ingerir hasta cinco distintos, según los datos del Rochester Epidemiology Project. Basta con una distracción para que el usuario olvide tomar alguna de las pastillas y rompa el patrón de medicación, un lapsus que le cuesta al Estado 100.000 millones de dólares al año entre nuevas recetas, tratamientos adicionales y hospitalizaciones que derivan de este olvido.

¿Cómo funciona?

La pastilla lleva en su interior un sensor de cobre, magnesio y silicona que, al entrar en contacto con los jugos gástricos del estómago, emite una señal eléctrica que llega al parche adherido cerca de la caja torácica del paciente.

Nada más alcanzar el destino, el parche sube la información correspondiente a la nube, que llega de forma instantánea a la aplicación que tendrán instalada tanto el paciente como el médico y los familiares a los que se les haya otorgado el permiso para hacer el seguimiento.

Desconfianza en los pacientes

Pese a las ventajas que representa Abilify, tanto para la salud de los pacientes como para las arcas del Estado, hay algunos expertos del campo de la psicología y la psiquiatría que desconfían del que definen como "medicamento espía".

En una entrevista al New York Times, un profesor de medicina de Harvard asegura que "aunque potencialmente puede mejorar la salud pública", si no se usa adecuadamente corre el riesgo de "degenerar en una situación de desconfianza en los enfermos mentales".

Las razones para no tomar una pastilla no se quedan en un simple olvido.

Algunos pacientes la rechazan por sus efectos secundarios, otros porque desarrollan una fobia hacia ella o simplemente porque consideran que no sufren de una enfermedad tan grave como para medicarse. Con este tracking, la obligación a ingerir el medicamento puede no resultar favorable para muchos enfermos.

Otras compañías también están desarrollando pastillas digitales más allá de las enfermedades mentales. Su objetivo son las personas mayores y la nanomáquina podría incluso confirmar a través de reconocimiento visual si se han tragado la píldora o la han dejado en la lengua. El lado negativo es el mismo: la sensación de desconfianza por parte del médico de cabecera e incluso de los propios familiares.

La privacidad, en el punto de mira

Resulta imposible no plantear la cuestión de la privacidad en una tecnología que hace un seguimiento a un sujeto para después situar esa información en la dimensión digital.

La compañía desarrolladora, Otsuka Pharmaceutical Co. and Proteus Digital Health, asegura que el paciente será el dueño de su información eligiendo si quiere compartirla con su doctor y siendo el responsable de otorgar permisos de visualización a familiares.

Sin embargo, cualquier elemento conectado a la red es susceptible de sufrir una intromisión o hackeo con intereses específicos como proporcionar esa información privada a compañías aseguradoras, empresas de publicidad y otros destinatarios no deseados.