Pietro G. siempre tiene prisa, los comerciantes de la zona de Chueca suelen verlo pasar varias veces al día. Con el móvil en la mano y preocupado por unos pasajeros que no llegan, dice que está cansado.

Lleva 6 años viviendo en Madrid. Antes probó suerte en pequeños emprendimientos, pero el turismo la abrió una puerta a los negocios en España. Alquila 6 pisos en el centro de la capital, paga por ellos entre 550 € y 650 € y los subarrienda a turistas. “Suelo sacar unos 1.000 € al mes por cada piso, pero hay meses muy malos. Además, tengo que pagar el IVA y los gastos del piso, agua, luz, Internet, etc.”

Los meses malos suelen julio y agosto en Madrid, en los que los últimos años solo ha podido alquilarlos durante un par de días.

Son pisos pequeños, estudios en su mayoría, que cuentan con lo básico. Pietro G. se encarga de lavar la ropa de cama, la vajilla y limpiar los pisos cada vez que los pasajeros lo dejan.

“No tengo descanso, parece un trabajo fácil, pero si quiero irme unos días fuera, tengo que pagarle a una persona para que limpie y reciba a los turistas y así las cuentas son menos favorables.”

Algunos vecinos de estos pisos de alquiler vacacional, tienen quejas recurrentes. Nadie controla quiénes son esos pasajeros. No se les pide documentación para entrar a la vivienda. Lógicamente, los horarios de quienes pasan unos días de vacaciones son diferentes a los que viven durante todo el año en la comunidad. Horarios que terminan por ser incompatibles entre vecinos que llegan de fiesta a las 5 de la mañana a las risotadas y los que se levantan a las 7 para ir a trabajar.

Pietro G, lleva un mes sin piso propio. “Alquilaba uno con mi pareja, pero nos hemos separado y como no encuentro un sitio todavía, duermo y me baño en los pisos que alquilo. Siempre tengo alguno sin pasajeros por día.”

Los problemas de alquilar para turistas

Pietro cuenta que es un trabajo que siempre reporta reclamos. “Los turistas suelen quejarse bastante y también los propietarios.

Los pisos que yo alquilo están en pleno centro de Madrid y eso tiene consecuencias. Son departamentos viejos, que como no son de mi propiedad, no he invertido en reformar. Por lo tanto, suele llegar el ruido de la calle y eso molesta a los inquilinos. También tengo problemas con las cerraduras, no sé por qué, pierden las llaves o rompen las cerraduras con frecuencia.

Los vecinos se quejan a la comunidad si son pasajeros ruidosos y ésta a los dueños, por lo que muchas veces me han amenazado con renovarme el contrato.”

Lección aprendida

No es la primera vez que este italiano afincado en Madrid alquila pisos para turistas. En un momento donde el proyecto pareció florecer, Pietro G. decidió expandirse y hacer lo mismo en Londres. Alquiló un piso y luego lo subarrendó a unos conocidos. Lo hizo sin ningún papel que recogiera las condiciones que ambas partes asumían. Los inquilinos le han subarrendado este piso a un tercero, que ahora no quiere irse. Pietro lleva más de 6 meses reclamándole a este huésped que deje el piso. Si lleva el caso a la justicia, estaría asumiendo que también él estaba en infracción por subarrendar esa vivienda sin autorización.