En un artículo anterior abordamos el expolio de obras de la antigüedad, y ya les anunciamos que comenzaríamos una serie de artículos dedicados a la sustracción de obras de arte a lo largo de la Historia. Porque señores, aunque no lo creamos, la Historia es cíclica y tiende a repetirse si no se conoce.

Muchos generales del ejército napoleónico durante su estancia en la península ibérica, tras el episodio del 2 de mayo de aquel año 1808 en Madrid, han protagonizado estas acciones de pillaje de obras artísticas. En las siguientes líneas les presentaremos los gustos artísticos de estas personalidades.

Pues muchos de ellos tenían conocimientos acerca de ello y una sensibilidad artística única y muy diferenciada.

Preferencias artísticas de generales destacados

El Mariscal Nicolas Jean-de-Dieu Soult, más conocido simplemente como Soult, se interesó principalmente por obras del pintor español Bartolomé Murillo. Fueron muchas las obras de arte de este pintor sevillano que sustrajo de varios conventos e iglesias este mariscal. Aunque no únicamente, pues tenía también otras preferencias, como diferentes obras de Alonso Cano, en concreto “El milagro de San Diego”, la “Huída a Egipto”, y una tabla exquisita de “Santa Inés”; Sebastián Gómez, fue otro en particular su tabla dedicada a “San Francisco de Asís”; también de Herrera el Viejo y su “San Basilio”; y la “Inmaculada” de Roelas, así como otros tantos retratos pintados por el maestro Zurbarán.

Por suerte o no, finalmente muchas -aunque no todas- de estas obras fueron devueltas al Patrimonio español, formando parte muchas de ellas de la colección actual del Museo del Prado (como es el caso de la "Inmaculada" de Velázquez) y al Museo Bilbao (el "San Sebastián asistido por Lucinda y Santa Irene" de Ribera), entre otros.

Gracias en parte a que gran parte de esa "colección" salió a subasta, aunque otras muchas obras acabaron dispersándose por toda Europa.

Aunque Soult no resultó ser el único que presentó debilidad por los Murillos, también el General Mathieu de Faviers, quien se llevó nada menos que “La muerte de Santa Clara", una obra pintada para las Clarisas de Carmona, y que hoy se encuentra en Dresde, y el “San Diego de Alcalá y el obispo de Pamplona”, procedente del convento de San Francisco que después de ser repatriado para la colección Aguado sería adquirido por el Estado francés y hoy se encuentra en Toulouse, entre otras de este admirado pintor sevillano.

Predilección por obras de Murillo

Horace Sebastiani también se decantó por obras de este pintor cuando entró a saco en 1810 en la ciudad de Murcia recibiendo favores del mismísimo Manuel Godoy. De hecho, aunque perteneciera a la nobleza española, el propio Godoy también participó en este pillaje de obras, participando en el despojo de los muros de diversas iglesias, ordenando retirar obras como "La muerte de San Pedro Arbués” de Murillo para destinarla (o desatinarla mejor dicho) a sus posesiones particulares. Luego robados por el general -más tarde mariscal- Joaquim Murat, quien saqueó el palacio de Godoy y robó toda su colección de cuadros.

El general Caulaincourt tendría otra predilección artística, aunque muy en la línea pues siguió interesándose por obras de Murillo, su predilección artística fue mucho más variada: obras de Velázquez (de hecho, confundió la obra de "El Mendigo" de Pablo Legot creyendo ser de Velázquez), de Antonio de Pereda, etc.

Dessolles fue otro de tantos generales franceses que también se interesó por obras de Murillo.

E incluso el propio hermano del Emperador, José Bonaparte no fue menos en este pillaje. El cual, en su salida de la Península Ibérica llevaba un legendario equipaje en varios convoys. Un convoy que parece ser saqueado antes de salir de nuestras fronteras y, de alguna forma, parte de lo robado cayó en manos de Wellington el cual tuvo la honradez de tratar de devolverlo al Estado español, escribiendo sin dudar al Duque de Fernán Núñez, ministro de España en Inglaterra, quien, en sorprendente respuesta, le regaló todas las pinturas recuperadas. Lo cual no deja de ser curioso la poca estima que se tenía en nuestro país ya por aquel entonces por el arte.

Además de el pillaje de obras de arte por parte de las tropas de Napoleón, también tenemos constancia de la existencia de marchantes buitre pero esto ya da para otro capítulo de esta serie.