Hace un par de semanas, por fin disfrutamos de dos días de fin de semana con mi pareja. Yo soy una esquiadora empedernida, sin embargo, él no había esquiado nunca.

Nuestra experiencia

Cerca de casa nos queda una estación de esquí muy familiar, Port del Comte, en Cataluña, decidimos probar a ver que tal era el ambiente. También tenemos un perro, un bichón maltés, así que la tarea de buscar alojamiento se dificultaba un poco. Sin embargo, encontramos un lugar encantador justamente a 7 minutos de la estación de esquí. El lugar en cuestión es Can Joan Del Batlle, una casita rural que dispone de varias habitaciones distribuidas en dos edificios, una sala de estar con múltiples libros, juegos de mesa y cafetera, y la sorpresa; una alta cocina en el restaurante.

Un trato amigable y familiar de los propietarios y un menú de cena y desayuno inmejorable, y todo ello a un precio muy asequible.

¿Cómo se desarrolló?

Así pues, nuestro fin de semana fue de cuento de invierno. Llegamos el sábado por la mañana a la casa rural para despojarnos de nuestro equipaje y acomodar a nuestra mascota. Además, el casero nos facilitó todas las indicaciones para la vuelta de nuestra jornada de esquí. Una vez con el atuendo correspondiente nos pusimos manos a la obra. Nos acercamos a la estación, alquilamos unos esquís, compramos el forfait (35 euros sin seguro el día de esquí) y nos divertimos hasta que el sol empezó a caer.

La estación de esquí dispone de 50 km esquiables que varían en función de la nieve que haya.

Al estar la estación de esquí ubicada en las montañas pre pirinaicas, no siempre disfruta del mismo grosor de nieve, pero ello no deja de hacerla una estación de esquí muy acogedora.

Tiene varios sitios dónde dejar el coche, incluso en cotas distintas, y en las pistas de esquí dispone de diferentes bares y restaurantes donde poder parar a tomar un café o un caldo.

Lo más curioso de dichos bares es que en el centro disponen de una enorme chimenea circular donde los esquiadores y “snowbordistas” se aglutinan a su alrededor y aprovechan todo el calor que desprende el fuego.

En la entrada de la estación hay ubicadas las pistas de esquí para debutantes con dos cintas y un “telearrastre”. Además, también tiene un espacio reservado de “tubbies”, trineos y zona de juegos para niños, perros y adultos que solo quieren pasar una mañana divertida entre bolas de nieve y muchas risas.

De regreso a la casita rural nos acomodamos con ropa limpia a la espera de la hora de cenar. Matamos ese rato a la estancia de la sala común divirtiéndonos con los juegos de mesa y café calentito y gustoso. En la cena nos deleitamos las papilas gustativas con un vino de la zona y un menú degustación de la casa. ¡Riquísimo todo!

Ya cuando nos levantamos a la mañana siguiente había empezado a nevar y nos despertamos con el paisaje blanco, frío e invernal. Entre copos de nieve y olor a café recién hecho desayunamos un manjar, y pasamos toda la mañana con nuestra mascota en la nieve dando un paseo alrededor de la casa rural mientras nevaba.

Un fin de semana relajado, divertido y romántico.