Unas 64 personas han muerto y 135 padecen quemaduras y heridas de distinta gravedad. La causa es la tormenta ígnea que desde la tarde del sábado asola la vila de Pedrógão Grande, en el Distrito de Leiria, en el centro de Portugal. Veinte viviendas han ardido y cientos de personas han sido evacuadas. Un bombero se cuenta entre las víctimas mortales. Otros 13 no escaparon a las heridas.

Las autoridades portuguesas creen que el siniestro se desencadenó cuando un rayo hizo fuego al alcanzar un árbol en un bosque de pinos y eucaliptos. Las llamas se propagaron por la sierra con rapidez, alentadas por el viento y una temperatura de 40ºC.

Este lunes, el fuego había alcanzado los alrededores de Mega Fundeira, a 12 kilómetros de Pedrógão Grande. Seguía expandiéndose, pese a los esfuerzos de los bomberos y las brigadas de emergencia por contenerlo.

El incendio se mantiene activo en varios frentes. Los bomberos lusitanos temen el aumento de las víctimas y una mayor expansión del incendio. Sin embargo, en apoyo de los más de 2.000 efectivos que trabajan en la zona del siniestro han llegado bomberos franceses y españoles. Más auxilio se espera de la Unión Europea, que ha activado el mecanismo comunitario de protección civil y ayuda.

Desde el domingo, Portugal se ha entregado a un duelo de tres días y llueven las críticas contra el gobierno por lo que muchos consideran un mal manejo de la emergencia, especialmente por la tardanza de los organismos de socorro.

Entretanto, el Gobierno ha decretado el estado de contingencia en la zona del desastre, donde han sido cortadas las vías de acceso como medida de aislamiento y prevención.

Una de las rutas que han sido cerradas es la carretera Nacional 236, donde se cree que murieron al menos 30 de las víctimas. Creyendo que huían de ellas, fueron al encuentro de unas llamas que venían desde diferentes direcciones.

O bien el fuego fue más rápido que el coche.

El testimonio de los sobrevivientes es estremecedor. Narran cómo lograron sobrevivir huyendo entre las llamas. Atrás, entre la combustión y la humareda, iban quedando los gritos, cada vez más apagados, de los vecinos que no habían tenido la suerte de escapar.

En la noche de este lunes, Elísio Oliveira, comandante operativo de Protección Civil, aseguró que el incendio estaba controlado en un 70%.

Nadie canta victoria porque el resto del incendio resiste y amenaza.

Esta se considera como una de las peores tragedias acaecidas en Portugal en los últimos tiempos. Dos incendios parecidos, de menor magnitud, preceden a este. En 1966 murieron 25 soldados portugueses enfrentando un fuego en el bosque de Sintra, cerca de Lisboa. En 2003, un incendio de varios días arropó cientos de miles de hectáreas y mató a 15 personas.