En apenas tres días y a través de las redes sociales se han movilizado más de 1800 profesionales de la salud mental para suscribir un comunicado en el que se expone por qué la sentencia contra 'La Manada' está profundamente equivocada.

Desde que se emitió el juicio son muchas las personas que se han movilizado, tanto a nivel individual como de colectivo para protestar contra una sentencia que consideramos del todo injusta.

Justo en el día en el que han salido a la luz las grabaciones de los miembros de 'La Manada' antes y después de la violación, pretendemos con esta carta abierta dar la visión de los profesionales de la salud mental.

Elaborado por expertos

El texto está elaborado por psicólogos y psiquiatras, muchos de los miembros son expertos en el tratamiento de las víctimas de situaciones traumáticas, abusos y diversas formas de maltrato, así como especialistas en violencia de género. El comunicado persigue dos objetivos principales: por un lado aportar una visión científica sobre cuestiones problemáticas del caso y por otro lado poner el foco en las graves consecuencias de nuestro sistema patriarcal.

Partiendo de la idea de que en ningún caso se debe cuestionar el papel de la víctima en el suceso, sino el de los agresores, se ha considerado importante señalar este punto que tanta controversia y debate está generando. De acuerdo con la Teoría Polivagal de Porges, cuando el individuo se encuentra en una situación de amenaza de muerte, lesión grave o violencia sexual, es común una respuesta de inmovilización cuando no es posible huir de dicha situación. Es una reacción del sistema nervioso que quiere asegurar la supervivencia.

Por lo que la cuestión de si la víctima consentía el acto porque no reaccionó o no se negó queda aclarada. El miedo que sentía en esa situación era más que suficiente para paralizarla y de esta manera intentar asegurar su supervivencia. Por otro lado, hemos visto en más de una ocasión cual puede ser el resultado de mostrar oposición en este tipo de situaciones.

¿Nos determina el entorno?

Sobre el segundo punto, como se ha demostrado a lo largo de los siglos, estamos determinados como individuos por el sistema en el que vivimos. En este caso hablamos de una sociedad determinada por una cultura patriarcal que llevan a uno de los jueces a interpretar la violación como fruto del jolgorio y la fiesta habituales. Lo cual dice mucho, no sólo del juez, sino de la sociedad en la que vivimos y que lleva a muchas personas a plantearse la credibilidad de la víctima en lugar de condenar a los agresores.

Como consecuencia de todo lo anterior, en lugar de acercarnos a unas creencias colectivas que nos conviertan en una sociedad más segura, seguimos encaminándonos en culpabilizar a la víctima, poner en duda su conducta y así contribuir a que las agresiones de este tipo sigan quedando prácticamente impunes (y por tanto, se sigan produciendo).

Algo que nadie se plantearía por ejemplo en el caso de un robo. Nunca preguntaríamos a la víctima si mostró su descontento o si claramente indicó que no quería ser robada.

Formación de los profesionales

Por último, se considera de suma importancia que los profesionales que vayan a estar en contacto con la víctima y/o la resolución del caso tengan una formación adecuada. Que les permita conocer las causas y las consecuencias que este tipo de actos deja en las víctimas. Así como evitar cualquier tipo de prejuicio o idea preconcebida que pudieran tener antes de recibir dicha formación.

Como una de las 1800 personas que ha firmado este comunicado, creo que es de vital importancia que tengamos en cuenta que estar a favor o en contra de la sentencia no es una cuestión de opiniones o puntos de vista.

Las bases están más que estudiadas y contrastadas científicamente. Y no podemos pretender que dejen de ocurrir este tipo de actos si no cambiamos la perspectiva con la que vemos a la mujer, si no nos olvidamos de los roles de género según los cuales la mujer debe de ser sumisa y estar a disposición del hombre para satisfacer sus deseos y necesidades. Y mucho menos si no se castiga a los que a día de hoy se siguen creyendo con derecho sobre el cuerpo y la vida de una mujer.