Mientras obligan a Cifuentes a dimitir de su cargo y la mayoría de los españoles nos rasgamos las vestiduras y fruncimos el entrecejo llenos de incomprensión ante la desproporcionada sentencia pronunciada en el caso de "La Manada" que deja la seguridad de las mujeres del país en una situación mayor de desamparo, si cabe, hemos sabido que el autor de otro crimen cometido en los Sanfermines, atenuado una vez más por la supuesta influencia de los efectos del alcohol, ya disfruta de libertad condicional y podrá seguir con su vida prácticamente como si no hubiera pasado nada.

Quien no podrá hacerlo será la familia de Nagore Lafagge Casassola, a quien Jose Diego Yllanes Vizcay quitó la vida despiadadamente tras esta negarse a mantener relaciones sexuales con él.

No, significa no

Los hechos sucedieron la madrugada del 7 de julio en el piso del homicida, que había conocido a Nagore en un bar esa misma noche. Según su declaración ante la jueza instructora de Aoiz, tras besarse con ella en el ascensor, él interpretó que la chica quería mantener relaciones sexuales, produciéndose lo que él consideró como un "malentendido", y después de ella negarse y de varios forcejeos, la golpeó repetidas veces, provocándole las 38 heridas internas y externas que fueron acreditadas en la autopsia.

Cuando se percató de que la chica no respiraba y estaba muerta, le seccionó la yema del dedo índice de una mano, tal vez con la intención de impedir su identificación, se desprendió de sus abalorios y envolvió el cuerpo con varias bolsas de plástico para deshacerse de él.

Mente fría y calculadora

Tras esto, el homicida fue a recoger el coche de su padre y lo condujo hasta el garaje de su vivienda, introdujo el cadáver en él y se dirigió a un bosque en los aledaños de Oronditx a 35 kilómetros de Pamplona, para deshacerse de él. A unos cien metros de donde fue hallado el cuerpo arrojó las joyas de la víctima con la intención de hacer creer que el móvil del crimen había sido el robo.

Una sentencia desmedida sin "alevosía"

Tras el juicio, que se celebró en Pamplona en noviembre del 2009 ante un jurado popular, se resolvió el fallo de homicidio. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra desestimó las alegaciones de la familia de la víctima, que pedían una condena por asesinato. El Tribunal Supremo coincidió con el TSJN en que no se podía apreciar alevosía, que se caracteriza por los modos o formas de asegurar la ejecución del delito y eliminar la posibilidad de defensa del agredido. Según informaciones del diario El País, el Tribunal Supremo explicó que el jurado, inexplicablemente, consideró que no estaba probado que tras la paliza recibida Nagore se encontrara desvalida, ni tampoco cuando le apretó el cuello hasta causarle la muerte por asfixia.

El Tribunal Supremo confirmó la sentencia de 12 años y 6 meses por un delito de homicidio con dos atenuantes. El primero era el de embriaguez leve y el segundo, la "reparación del daño", por el simple hecho de que el homicida entregó a la familia de Nagore 126.853 euros. En estos momentos ha salido de la cárcel y ya dispone de la libertad condicional.

El homicida podrá ejercer en la Seguridad Social a partir del 2020

Según la información del diario El Español, el Ministerio de Justicia ha confirmado que José Diego Yllánez Vizcay podría trabajar como médico psiquiatra en un futuro próximo. Es importante repetir el nombre completo del homicida, ya que según la ley actual podría alterar el orden de su nombre y apellidos y pasar desapercibido para la opinión pública, según confirmaron a la citada fuente desde el Registro Civil Central de Madrid.

El homicida solo cumplió nueve años y ocho meses de su condena, y de hecho ya ha ejercido como facultativo privado durante el año 2017. Su antiguo compañero en la Clínica Universidad de Navarra, Carlos Chiclana, lo empleó alegando que creía en la reinserción, aunque tras el revuelo provocado afirmó que "solo colaboraba en tareas de ayuda a la investigación" y que no estaba ejerciendo como facultativo, informó el diario ABC.

¿Puede reinsertarse a un homicida que acabó con la vida de una chica indefensa por el simple hecho de negarse a mantener relaciones con él y acusarlo de violación? ¿Puede un hombre que ha confesado tal crimen trabajar en el ámbito de la psiquiatría o incluso como médico de cualquier especialidad? El dilema moral se une a la injusticia que supuso lo que la opinión pública considera una leve condena.