Tras el escándalo de Cifuentes y sus cremas anti edad, son muchos los que se hacen preguntas acerca de la cleptomanía.

¿Es Cifuentes una cleptómana? Y de ser así, ¿en qué consiste esta enfermedad?

La palabra cleptomanía procede del latín clepo (ladrón, del verbo cleptere que significa robar y el griego manía). Si acudimos a la RAE, los académicos lo definen como “la propensión morbosa al hurto”. Su uso se generalizó a principios del siglo xx, pero no fue hasta 1956 cuando alcanzó la fama gracias al incidente protagonizado por la atleta soviética, Nina Ponomareva, que fue acusada de robar un sombrero en Londres.

No obstante, para calificar a alguien como un enfermo de cleptomanía los expertos explican que debe cumplir con todos los criterios. Es decir, la persona debe experimentar excitación ante la idea de robar, debe tener una sensación de gozo cuando comete el acto, no debe robar por venganza, el acto de robar no debe explicarse mejor por la existencia de un trastorno de personalidad y por último la persona enferma roba a pesar de que los objetos le representan poco valor personal.

Aunque pueda parecer una enfermedad de pijos, la cleptomanía acarrea un profundo deterioro personal y graves problemas judiciales, ya que muchos de los enfermos acumulan numerosas detenciones.

Son muchos los famosos a los que se les ha pillado robando

Entre los ilustres cazados está la tenista americana Jennifer Capriati que fue pillada en el año 1993 robando una sortija por valor de 15.000 dólares o el más que famoso jugador de fútbol americano O. J. Simpson que protagonizó un robo a mano armada en un casino de Las Vegas.

En el mundo del espectáculo hay también varios ejemplos como el famoso incidente de Winona Ryder, que robó una prenda de 5.000 dólares, el robo de Megan Fox en una famosa cadena de productos de belleza o las conocidas declaraciones de la cantante Katy Perry a cerca de su afición por llevarse cosas sin pagar, que pueden entrar más dentro del snobismo.

Y finalmente está el caso de los empresarios o políticos, como Cristina Cifuentes, que si bien no acostumbrar a robar en supermercados sí que suelen hacerlo dentro de sus estructuras de partido. En España nombres como el de Urdangarín, Bárcenas, Camps o el Bigotes y tramas como la Gürtel o el caso Nóos reflejan muy bien a todos los altos cargos,con cero privaciones económicas, que son capaces de poner en riesgo su libertad y buen nombre con tal de ampliar un poco más sus cuentas corrientes.