El pasado 27 de febrero de 2018, Gabriel Cruz, un niño de ocho años fue visto por última vez por su abuela. El menor, que salió del domicilio de su abuela en dirección al de sus primos, situado a unos 100 metros de distancia, desapareció esa misma tarde y, desde hace más de diez días, no se sabe nada de su paradero. Las Hortichuelas, en Nijar, Almería, fue el lugar en el que Gabriel desapareció, pero lo que resulta muy extraño es que la tragedia haya ocurrido en ese pequeño pueblo, ya que en los meses de invierno tiene, aproximadamente, una veintena de habitantes.
Si bien es cierto que la escasa población de Las Hortichuelas podría haber sido una ventaja para los investigadores del caso, ha supuesto el efecto contrario, ya que ha desbaratado todas las teorías de los agentes de seguridad que buscan al menor.
Qué se sabe por el momento
Era el día de la comunidad andaluza, el Día de Andalucía, y Gabriel había estado pasando la mañana en casa de unos amigos del pueblo. Sobre las tres y media de la tarde, el niño le pidió a su abuela que le dejase volver a la casa de los amigos con los que había estado pasando el rato unas horas antes. La abuela aceptó la solicitud del pequeño, que iba vestido con una sudadera roja y un pantalón de color azul, y le dejó marchar.
Esa fue la última vez que fue visto. El desaparecido fue vigilado por su abuela desde que salió de la casa. Según relató ella misma, la abuela del niño le vio irse por la ventana por el camino habitual, el que siempre tomaba cuando quería irse a jugar, una distancia de unos 100 metros que, cuando la abuela pierde de vista al niño por culpa del comienzo de la curva del camino, sólo restan veinticinco para llegar al destino.
En esos pocos metros que restaban desapareció el menor y, desde hace doce días, no se sabe qué pudo pasar con él. En las declaraciones posteriores a lo que todos hemos visto ya, la familia declaró en todo momento que ese camino que hay que recorrer para ir de una casa a otra es realmente corto y que, la mayoría de las veces, Gabriel lo hacía corriendo, por lo que no podía tardar más de un minuto en alcanzar el domicilio de sus primos, algo que enrarece aún más el caso.
Sobre las seis de la tarde, la abuela se dispuso a ir a buscarle para volver a casa. En casa de su prima no había estado en ningún momento y, a las siete y media de la tarde, el padre denuncia la desaparición de su hijo.
Un sospechoso poco probable
El padre comunicó a la madre que Gabriel había desaparecido esa misma tarde. Es en ese momento, en el Patricia piensa en una persona que podría haber secuestrado a su hijo por temas sentimentales. Diego, un vecino de un pueblo cercano, se acercó en su momento a Patricia, que tiene una orden de alejamiento sobre él por acoso, por lo que las investigaciones se centraron, en gran parte, sobre él. El sospechoso, además, sufre un trastorno bipolar con doble personalidad por culpa de las secuelas de una mala relación del pasado.
Sin embargo, aunque fue detenido por la Guardia Civil, los investigadores ya no sospechan de él.
Una camiseta con su ADN
A los pocos días de que se produjera la desaparición del niño, la novia del padre del pequeño encontró, en las batidas de búsqueda organizadas por la Guardia Civil, una camiseta de su talla. Después de que se realizaron los análisis, las pruebas demostraron que el ADN de la prenda coincidía con el de Gabriel, por lo que la camiseta era suya. Una pista más para el rompecabezas que parece no tener fin.
Actualmente, la investigación se está centrando en reconstruir los hechos y en vigilar los pozos y embalses cercanos de la zona para poder encontrar al menor lo antes posible. Lo cierto es que, con el paso de los días, las situación empeora cada vez más.