Faltan pocos días para que finalice la exposición que reúne en Madrid los doce proyectos más recientes del maestro de la arquitectura y el diseño, Norman Foster.

En 1961 se licenció en la Escuela de Arquitectura de su ciudad natal, Manchester. Tras obtener el título recibió una beca que cambiaría radicalmente su vida. La Universidad de Yale y la vida estadounidense terminó por forjar el carácter de Foster.

A finales de la década del 60, tras haber terminado sus estudios en Yale, Norman Fostar regresa a Inglaterra y funda la Foster Associates, junto con su esposa Wendy, también arquitecta.

Años más tarde, solo algunos, con una pareja de amigos crean Foster + Partners, fusionando en esta la primera compañía.

Los premios que a lo largo de su extensa carrera cosechó Norman Foster son, prácticamente innumerables. En en 1995 recibió el título de Barón Foster de Thames Bank, prestigiosa distinción nobiliaria. Dos años después, en 1997, la reina de Gran Bretaña le otorgó la Orden del Mérito. Ni los premios, ni el dinero, ni las distinciones han aplacado el espíritu jovial de Norman Foster. Inquieto y apasionado acaba de abrir las puertas de su fundación en el el exclusivo barrio de Salamanca.

A sus 82 años, el arquitecto mantiene un espíritu rebelde, imnovador y apasionado, una mezcla indiscutible de talento y trabajo, mucho trabajo.

Luis Fernández-Galiano, comisario de la muestra, Catedrático de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y Director de Arquitectura Viva, ha optado por seleccionar 12 proyectos recientes del estudio de Foster y cotejarlo con las realizaciones más antiguas y emblemáticas. De la fusión se recupera la memoria y se aprende sobre las necesidades arquitectónicas de un futuro muy cercano.

Habitáculos en la luna y coches eléctricos sin conductor. Nada sorprende de esta mente privilegiada una vez que nos hemos adentrado en el universo de Norrman Foster.

El edificio de Apple

Antes de que Steve Job muriera, trabajó algunas ideas sobre el nuevo edificio de la compañía en California. Algunos de los pedidos de líder informático fueron que la construcción tuviera capacidad de albergar a 3.000 trabajadores y que cerca, tan cerca como para oler el perfume, hubiese una plantación de albaricoque.

A Job le esta planta le traía recuerdos de su infancia y deseaba reencontrarse a diario con ella.

Una circunferencia, con una sola puerta de ingreso y una vegetación que transporta hasta el empleado mas disconforme, la sede de las oficinas de Apple ya están funcionando. Un diseño que solo Norman Foster podría haber imaginado.

Igual que ocurrió en décadas atrás con la compañía Olsen. Las diferencias entre obreros y administrativos eran tales, que el dueño de la empresa pidió a Foster que intentara crear un proyecto que terminara con estas diferencias. La solución, el arquitecto la encontró en la unificación del espacio. Todo el personal ingresaba y salía del edificio por la misma única puerta.

El otro punto clave, tal vez el que terminó con ese malestar entre los hombres del cuello azul y los hombres del cuello blanco fue el comedor. Otra vez la unificación de territorios y espacios que no conocen la división de clases.

Vivir en la luna

Ya en el final del recorrido por la tercera planta de la Fundación Telefónica nadie se sorprende de los habitáculos diseñados para que el hombre pueda vivir en la luna. Casas, por llamarlo de alguna manera, que permiten dormir en condiciones mucho mas agradables que las que ofrece una nave espacial. Mini hogares diseñados por un artista indiscutido de la arquitectura y el diseño.