El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) ha hecho publico un informe donde revela que este 2017 es el año que más superficie ha ardido desde el 2012. Además es el segundo peor de la última década, doblando el número de hectáreas quemadas el año pasado y multiplicando por tres el número de Grandes Incendios Forestales (GIF) y triplicando también los incendios. Llevamos desde el 1 de enero un total de 13 153 incendios en todo el territorio español.

Estos datos rompen, en general, con la tendencia a la baja que se creía que se estaba consiguiendo en España.

De hecho, el año 2016 se produjo un descenso de un 33 % de incendios y ardió un 35 % menos de superficie en comparación con la media del último decenio, según un informe publicado por WWF.

Los territorios que más han sufrido esta oleada de incendios son los del noroeste peninsular, donde se produjeron el 51,80 por ciento de todos estos fuegos, seguidas de las zonas interiores (31,54 %), las próximas al Mediterráneo (15,2 %) y el archipiélago canario (0,46 %). Además el noroeste peninsular fue también la zona donde más superficie total ardió con casi un 65 % del total.

La gran mayoría de los incendios son provocados

Un informe de WWF denuncia que únicamente el 4 % de incendios forestales son producido por causas naturales, el otro 96 % restante tiene la mano del hombre como origen, ya sea con intencionalidad o con falta de esta.

También es cierto que en las zonas mediterráneas el porcentaje de incendios originados de forma natural asciende al 10 %, debido principalmente a su clima.

Además este informe resalta la alta intencionalidad que hay en los orígenes de estos incendios forestales. El 55 % del total de incendios son provocados a conciencia y en ellos se quema el 60 % de toda la superficie arrasada.

La gestión forestal en el punto de mira

Después de vivir episodios de incendios extremos, como los que asolaron Galicia no hace mucho, diversas voces afirman que es necesario llevar una buena gestión forestal desde los diferentes órganos de gobierno para prevenir estas situaciones.

El abandono de actividades tradicionales como el pastoreo, la extracción de leña o el mantenimiento de pequeñas huertas han generado una densificación desproporcionada de las masas forestales.

Esto, unido a las grandes etapas de sequía que cada vez son más frecuentes y duraderas, hacen el caldo de cultivo perfecto para el origen de grandes y violentos incendios. Los incendios producidos en zonas así son mucho más difíciles de controlar, pues avanza con mucha velocidad y los dispositivos no pueden acceder a ellos.