Una empresa aseguradora contrató al diseñador gráfico, Harvey Ball, en los años sesenta para que ilustrará una campaña de marketing que pretendía fomentar la sonrisa. Ball creó este icono que ha seducido desde entonces al mundo. El autor del icono vió la luz en Worcester (Massachusetts) donde forjó sus primeras armas como artísta gráfico ayudando a un pintor local; después desarrollo su actividad artística en el Museo de Arte de su localidad. Más tarde Ball estudiaría Bellas Artes.

La genuina Smile de Ball se distingue de las demás por tres características que la definen como única.

Así esta imagen es ligeramente ovalada pero la parte izquierda es más grande que la derecha; el color es de un amarillo brillante y la boca está pintada cerca del centro. Algunos encuentran en esta sonrisa una similitud con la boca de la Gioconda de Leonardo da Vinci.

Este icono, que pervive a través del tiempo ha sobrevivido a su autor quien, además, se distingue por haber dejado el legado de perseguir el objetivo de vivir en un mundo mejor fomentando la bondad de las personas a través de la sonrisa; tal fue su compromiso con esta idea que le llevó a gestar el Día Mundial de la Sonrisa que se celebra el primer viernes de octubre desde 1999.