El presidente de Autismo España, Miguel Ángel de Casas, afirma que para determinar las necesidades más importantes de una persona adulta con TEA es imprescindible especificar determinadas premisas para abordar esta situación. Así, de Casas alude a la "escasa información disponible sobre la situación demográfica de este colectivo y, en especial, sobre las personas adultas que envejecen". Por esta razón, indica que el desarrollo y previsión de los recursos para ayudarles se convierte en un "proceso complejo".

De Casas apunta que los recursos para garantizar los apoyos que requieren las personas con TEA de "edades avanzadas son insuficientes".

"Estos son aspectos" - matiza el responsable de Autismo España- afectan "de manera negativa" en el logro de un "envejecimiento con calidad de vida".

Los servicios públicos, por otra parte, muestran un "reconocimiento irregular" de las personas adultas con TEA en temas relacionados con la valoración de sus necesidades; entre otros "diagnóstico o reconocimiento de la situación de discapacidad o dependencia", indica. Al margen, señala que se han de valorar otros indicadores como "la atención a su salud".

De Casas, asimismo, señala que al margen de los temas abordados es imprescindible "garantizar la seguridad económica y emocional tanto presente como futura". Este aspecto es necesario para que "tengan alternativas de vida independiente y estén garantizados sus apoyos cuando su fuente principal de seguridad, normalmente su familia, no esté".

Por otra parte, Ruth Vidriales, directora técnica de Autismo España, alude al informe sobre envejecimiento impulsado por esta organización e indica que se ha ejecutado en atención a las premisas definen el envejecimiento activo según la OMS (Organización Mundial de la Salud) que son salud, seguridad y participación.

Sobre la salud, Vidriales, apunta la complejidad para "identificar los cambios del envejecimiento y diferenciarlos de las características" de este colectivo.

En este sentido, apunta que las familias de los afectados "observan cierta disminución de las estereotipias o la hiperactividad y se aprecia una actitud más tranquila" y a este aspecto se ha de unir "la dificultad de valorar el posible deterioro cognitivo asociado a la edad porque no hay instrumentos específicos para las personas con TEA".

El segundo ítem, la seguridad, supone un reto que preocupa a las familias porque se cuestionan "quién o quiénes serán los responsables de su cuidado " cuando falte el núcleo familiar más próximo. Además hay "poca información" sobre el legado de la herencia o las figuras jurídicas de tutela o curatela, entre otras.

Hermanos y hermanas

En este sentido, los hermanos y las hermanas reclaman una implicación "más importante" en el apoyo en cada etapa de la vida, el arraigo al entorno o el hecho de carecer de ayuda especializada a partir de los sesenta y cinco años que es cuando pasan "a geriátricos generalistas que no están preparados para atenderles", indica Vidriales.

Por último, el informe alude a la participación en relación al ocio y el tiempo libre porque son factores que influyen "en la calidad de vida, y en especial, en la etapa de envejecimiento".

En esta línea, Vidriales lamenta que las alternativas y la accesibilidad no sean "homogéneas" y que depende del entorno como, por ejemplo, que la residencia sea urbana o rural. Por otra parte, se han de adaptar las actividades a la edad así como los apoyos. Las personas con TEA, en este sentido, reclaman poder realizar estas actividades con "personas de su edad y además que la oferta se adapte a las necesidades reales de este colectivo", apunta.