En los últimos años, la palabra bullying resuena cada vez con más fuerza, esto se debe a un incremento en el grado de violencia y sus consecuencias. Al respecto, las Naciones Unidas (NU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) exponen cifras alarmantes. En un informe presentado meses atrás se precisó que, cada año se suicidan en el mundo alrededor de 600 mil adolescentes entre los 14 y 28 años y por lo menos la mitad tiene alguna relación con bullying. En particular, en los países europeos se contabilizan alrededor de 200 mil suicidios por año y Reino Unido, Rusia, Irlanda, España e Italia, lideran este ranking.

En España, entre los casos de más repercusión en enero, se encuentra el de una alumna de Palma que fue hospitalizada tras ser agredida por compañeros en el patio del colegio. Asimismo, en Sevilla, un niño de 7 años sufrió traumatismos en la cabeza y el abdomen a raíz de una paliza recibida por tres compañeros. Pero, una de las consecuencias más graves que derivan del acoso escolar es el suicidio, como fue el caso de Lucía, una adolecente de Murcia que se quitó la vida a causa del bullying. Pero, cuando la víctima se convierte en agresor, los efectos pueden ser fatídicos, como el joven de 17 años de Alicante, supuesta víctima de acoso, que acuchilló en clase a cinco compañeros.

Ciberbullying: una nueva modalidad

Ligado a la revolución de las nuevas tecnologías, mediante el uso de herramientas informáticas, el acoso escolar traspasa las aulas y persigue a las víctimas en su ámbito privado. Así, el denominado Ciberbullying deriva en un acoso que se perpetra a través de internet, es la continuación del hostigamiento que muchas víctimas sufren en la escuela.

Las acciones pueden derivar en difusión de fotografías retocadas, difamación en redes sociales o con correos electrónicos intimidatorios por ejemplo.

Al respecto, la Asociación Americana de Pediatras publicó un estudio donde, entre otros datos relevantes, destacó que el 78 por ciento de los suicidios adolescentes están relacionados con ciberbullyng, víctimas que fueron acosadas en la red y en la vida real.

Además, se determinó que la depresión es un componente determinante en la mayoría de los casos de suicidios de este tipo. En este contexto, el doctor John LeBlanc, profesor en la Universidad de Dalhousie en Canadá, agregó que las niñas son más propensas al suicidio en casos de ciberacoso.

Abordar la prevención desde ámbitos claves

La primera arista que debe abordarse para prevenir el bullying es el rol de los padres, quienes deben implicarse conformando desde el hogar una educación basada en buenos valores. En segundo lugar, la escuela, educadores que deben ser instruidos para manejar cuestiones de intermediación en situaciones conflictivas y una cuestión institucional que deriva en estructurados programas que no permiten ver más allá de los renglones.

Por ello, es necesario elaborar guías que, además de educar, sirvan para resolver cuestiones de convivencia.

La tercera y más importante es el trabajo de prevención con los niños y adolescentes, quienes deben comprender que ocultarse en las tinieblas del aula no es una solución y que denunciar las agresiones es la única manera de liberarse del conflicto. Porque cuando ellos confíen, llegará el día en el que las palabras que están en sus cuadernos salgan e inunden sus gargantas en un grito que llegue a las familias, amigos, vecinos y maestros, demandando, exigiendo soluciones, apoyo y solidaridad.