Hace unos meses tuvimos un escándalo desproporcionado en algunos aspectos: se recuperaron unas declaraciones del cineasta Bernardo Bertolucci, cuando habló de algo que pasó en una escena culminante de “El último tango en París”, ya comentada hasta la saciedad, la violación no confesada de Marlon Brando a Maria Schneider. Desde entonces, Bertolucci, antes el Che Guevara del Cine de autor europeo, se ha convertido en una especie de criminal nazi oculto bajo otra identidad, en este caso la de progresista.

Lo más curioso es que “El último tango en París” era hasta hace poco el no va más del cine transgresor, revolucionario y de liberación sexual, aunque hoy en día, con “La vida de Adèle”, se ha quedado en una especie de “Sor Citroën”, con pretensiones intelectuales (ese discurso que suelta Brando en pleno acto sexual era más adecuado para la aceptación del Premio Nobel de Literatura que para el sexo).

Además, él morirá a manos de otra mujer y ella seguirá con su vida.

Pues los Premios César, que se celebrarán el 24 de febrero, poco antes de los Óscar, tienen una particularidad: cada año designan a alguien importante del Cine para presidir la ceremonia. Este año, la designación ha levantado una enorme polémica: será el veterano cineasta de 83 años Roman Polanski, autor de “El pianista” (en la que incluyó sus experiencias como judío del ghetto de Varsovia con las de Szpillman) “La semilla del Diablo” o “El escritor”.

La polémica es por el pasado del director, ya bien conocido: hace 40 años, residiendo entonces en EE.UU., abusó de una chica de 13 años y fue detenido. Pasó 47 días en la cárcel y luego escapó del país.

Ello volvió cuando en 2014 fue detenido en Suiza y hace poco, la Justicia de Polonia denegaba su extradición al país de Donald Trump. Todo ello pese a que la víctima retiró los cargos.

El comunicado de los César dice nombrar a Polanski por ser “el esteta insaciable que reinventa su arte y sus obras al hilo de las épocas. Artista, cineasta, productor, guionista, actor, existen pocas palabras para definir a Roman Polanski, pero sólo una para explicar nuestra admiración y cómo estamos encantados: gracias, señor Presidente”.

Desde entonces, se ha escuchado de todo, incluso llamadas a boicotear la gala de los César.

Las asociaciones feministas, como Osez le Féminisme, son muy rotundas: “Recordamos que más que hacer frente a sus responsabilidades y a la Justicia, Polanski prefirió huir, y que todas las órdenes de extradición fueron denegadas. (…) Es autor de violencias sexuales que quedaron impunes, protegido bajo su estatus de hombre célebre”.

Hay otra asociación feminista, Le Deuxième Regard, que lucha contra los estereotipos en el Cine, lamenta que con esta designación, “es como si no nos tomáramos en serio esta acusación de violación”.

Es la APC (Association Pour la Promotion du Cinéma) quien elige al Presidente de turno de los Premios del Cine francés. Sus miembros, mujeres incluidas, no entienden el “torrente de indignación” contra la elección de Polanski, y llaman a “pasar página, pues han pasado 40 años”. Pero hay gente importante, como la Ministra de los Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, que dice que pasar página no ayuda en la lucha contra las agresiones sexuales a mujeres.

En Internet hay opiniones como que “Esta designación ha sido por la misoginia de la Academia francesa del Cine. (…) Si se mantiene esta designación, demostrará su total desconexión con la sociedad francesa actual y firmará su defunción”.