En este repaso sobre el Cine de suspense, primero habíamos hablado de su gran maestro, Alfred Hitchcock, y ahora hablaremos de otros directores. El estilo de Hitchcock, como veremos, ha influenciado en muchos cineastas, que con mayor o menor talento le han imitado o han aportado nuevos detalles al género, aunque todos sabemos que el estilo Hitchcock era inimitable e irrepetible.
En varias de sus películas, François Truffaut asumía el estilo de Hitch para varias de sus películas del género policiaco, como "La novia vestida de negro", con banda sonora del mismísimo Bernard Herrmann, en una perturbadora historia de venganza de una frustrada novia de un hombre muerto por la imprudencia de otros.
Y en la última película de Truffaut, ya que poco después murió de un cáncer a los 52 años de edad en 1984, hizo una excelente película de suspense y comedia en "Vivamente el Domingo", con algo muy hitchcockiano: un dueño de una inmobiliaria es acusado del asesinato de su esposa y de su amante, y huye acompañado de su secretaria para encontrar al auténtico culpable.
El francés Roman Polanski, en 1987, homenajeó a su manera a Hitchcock con "Frenético", haciendo pasar a Harrison Ford un kafkiano viaje por el Paris menos idílico en una delirante historia de maletas, drogas y espías. Una película en la que Polanski, para empezar, destrozaba brutalmente la imagen del Paris romántico burlándose de ella continuamente.
Luego metía a su protagonista en una espiral demencial de peripecias, conviviendo con los más extraños personajes. Un suspense muy al estilo de Polanski.
Veinte años antes, Polanski ya había probado con el suspense a su manera, aunque más cercano al terror o la intriga policiaca. En lo primero, todos recordamos su primera película americana, "La semilla del diablo", donde mostraba a una joven mujer que teme estar embarazada del mismísimo Diablo.
Terror psicológico hábilmente mezclado con apariencia cotidiana.
Polanski mejoró con notable alto su sentido del suspense hace pocos años con "El escritor", una certera intriga con toques políticos sobre un escritor contratado para corregir las memorias de un ex Primer Ministro británico, inspirado en Tony Blair. Y si le añadimos la magistral banda sonora de Alexandre Desplat, antológica, el suspense era de alta categoría.
El español Alejandro Amenábar empezó hace dos décadas su excelente filmografía con una impactante historia de suspense titulada "Tesis", basada en una intriga aparentemente simple que va aumentando en tensión hasta el paroxismo. Aunque tenía los lógicos errores de principiante, se notaba un gran talento como narrador. Por cierto, Amenábar metió como extras en la película a los Profesores de Cine que le dijeron que no valía para esto. Una venganza muy sutil.
Luego continuó su estilo con "Abre los ojos" y "Los otros", películas de calidad aunque sin el sentido de la tensión tan logrado de "Tesis", pero que sabían perturbar y asustar al espectador con un estilo muy sutil e inquietante, de gran maestro del cine, con escenas antológicas como la de la Gran Vía madrileña completamente desierta en una inolvidable escena onírica, tan genial como lo era la del embotellamiento de coches en el "Ocho y medio" de Fellini.
"Abre los ojos" tuvo remake americano, "Vanilla sky", ya que Tom Cruise, que quedó fascinado al ver "Tesis", compró los derechos de la segunda película de Amenábar, protagonizándola él. Por supuesto, son muy diferentes entre sí, y la mayoría coincidimos que es mejor el original, más sutil, mientras que el remake es la típica película de Hollywood comercial, y encima con pretensiones y un punto de moralina.
Un director actual muy conocido que haya sabido cultivar el suspense con frecuencia y con calidad, ese es el americano David Fincher, del cual su película "Zodiac" es un ejemplo de suspense, en la investigación y búsqueda del famoso asesino en serie que aterrorizó a California en la década de 1970.
Casi tres horas de metraje mostrando una hipótesis de quién pudo ser el asesino, el cual nunca fue detenido.
El australiano Peter Weir, con casi todos los géneros cinematográficos en su carrera, tocó el suspense en 1985 con "Único testigo", con un Harrison Ford poco antes de "Frenético" y recién salido de "La guerra de las galaxias". Una variante aun recordada del género, sobre todo por la banda sonora electrónica de Maurice Jarre, ganadora del Óscar. Aquí se mezcla la intriga con la antropología, haciendo convivir al protagonista con la secta de los Amish, anclada en sus costumbres en el siglo XVIII, mientras protege a un niño de este grupo, testigo de un asesinato por policías corruptos, colegas del personaje de Harrison Ford.
No podía faltar un intento de historia de amor con una joven viuda Amish, mientras suena de fondo la canción "Wonderful World" del cantante Sam Cook, la escena más recordada del filme.
Antes hablábamos aquí de Alfred Hitchcock, y muchas de sus grandes películas han tenido un "remake", sin superar nunca al original. Podríamos citar varios ejemplos, pero el más fallido fue el "remake" de Gus Van Sant de "Psicosis", rodada imitando los mismos planos y diálogos del original, pero en color. Pese al esfuerzo, fue un intento condenado al fracaso y al ridículo.
El cineasta Brian De Palma hizo algunas películas que intentaban acercarse al estilo inconfundible de Hitchcock, notables algunas de ellas pero sin llegar a la categoría y la fuerza narrativa inimitable del maestro británico.
Se perdía casi siempre en efectismos de cine de terror o de acción sin llegar nunca a superarlo. Tenemos desde "Obsesión", con banda sonora de Bernard Herrmann, o "Doble cuerpo", aunque él es más recordado por su truculenta adaptación de "Carrie" de Stephen King, con una impresionante Sissy Spacek traumatizada por una madre posesiva y fanática que nada tenía que envidiar a la de Norman Bates.
El "remake" más logrado de una película de suspense, no de Hitchcock, se entiende, es el de Martin Scorsese con "El cabo del miedo", duelo interpretativo entre Robert De Niro y Nick Nolte acompañados de la gran banda sonora de Bernard Herrmann para el filme original de 1963, acertadamente recuperada para el remake, que crea una tensión que culmina en un enfrentamiento final entre el "malo" que quiere vengarse de su antiguo abogado defensor en los pantanos de Florida durante una tormenta.
Lo mejor son De Niro y Nolte, ya que Scorsese, aunque acierta al quitar el tufillo de familia feliz del abogado de la película original, cae en efectismos todo el tiempo, centrados en el psicópata y cómo hace sufrir al abogado, a su mujer y a su hija, hasta que acaba él mismo muriendo de la manera más sangrienta y grotesca, todo a la vez.
En el suspense caben todos los estilos, siempre que cumplan unas normas, claro. La primera de las tres películas basadas en las novelas de la serie "Millenium", del escritor sueco Stieg Larsson, se puede definir así, en la investigación de un periodista, Mikael Blomqvist, y una hacker antisocial, solitaria y vengativa, Lisbeth Salander, para esclarecer la desaparición de una mujer medio siglo antes, y se meterán en una red de corrupción y asesinatos.
Una película que rompía con la imagen avanzada de la Suecia actual, amenazada silenciosamente por la extrema derecha, psicópatas peligrosos y machistas enemigos de la mujer emancipada sueca. La actriz sueca, hija de españoles, Noomi Rapace, fue lanzada a la fama mundial gracias a su antológico papel de Lisbeth Salander.
La historia tuvo dos continuaciones, como tres eran las novelas póstumas de Larsson, pero al ser dirigidas por cineastas diferentes, cayeron mucho en estilo, fuerza e incluso carecían ya de la sorpresa del filme inicial, aunque la antiheroína Lisbeth Salander seguía fascinando al espectador al hacer justicia a su manera.
David Fincher, de quien hemos hablado antes, dirigió el remake en inglés y para el mercado americano de "Millenium", con el actual James Bond, Daniel Craig, como el periodista Blomqvist y Rooney Mara como Salander, pero su fracaso en taquilla imposibilitó rodar las siguientes películas.
Aunque las versiones suecas no fueran brillantes, al menos saben de qué hablan. Y Noomi Rapace es la mejor para hacer una Lisbeth Salander más creíble y más nórdica.
Hace dos décadas, David Lynch, conocido por sus películas inquietantes y de estilo peculiar, revolucionó la televisión con una legendaria serie, "Twin Peaks", en donde mostró una historia de suspense con tintes sobrenaturales ambientada en un pueblo de la América profunda a donde acudirá Dale Cooper, un agente del FBI, admirador del Dalai Lama y que habla continuamente con Diane, que no es su novia, sino su inseparable grabadora, a investigar el truculento asesinato de la joven Laura Palmer.
Se encontrará con un peculiar pueblo con no menos peculiares habitantes, a cual más surrealista, a cual más sórdido, a cual con su lado más oscuro… El éxito arrollador y mundial de la serie motivó que desde entonces los personajes de intriga fueran más oscuros o peculiares.
Una parte importante de "Twin Peaks" fue la banda sonora de Angelo Baladamenti, habitual músico de Lynch, que hizo una gran partitura con temas variados, desde el melódico y romántico tema inicial de cada episodio a otros más inquietantes.
Acabaremos con una de las últimas muestra de cine de suspense que más huella ha dejado, y nos la dio el cineasta francés François Ozon, que en su irregular filmografía ha tratado casi todos los géneros, que ganó en 2012 la Concha de Oro del Festival de San Sebastián con "En la casa", versión libre de una obra teatral del español Juan Mayorga, sobre un profesor de Lengua de un instituto francés que un día descubre por casualidad que un alumno suyo tiene mucho talento escribiendo.
Decide animarle a seguir la historia que planteó en una redacción, lo cual les llevará por una senda de mezcla de realidad y ficción que hará que nunca más vuelvan a ser quienes fueron. Toda una obra maestra, mezclando lo cotidiano y lo inquietante, en una mezcla entre Hitchcock y Polanski, aunque con más del segundo, que no hubiera desentonado en un episodio de la serie televisiva del maestro británico.